La comunidad filipina en Eivissa aporta un gran número de peregrinos desde la Isla a Madrid. | ROCIO MARTINEZ

Una ola de alegría inundó ayer el aeropuerto de Eivissa gracias a los cerca de 150 jóvenes que embarcaron a las 08,50 de la mañana y a las 14,00 de la tarde rumbo a las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebrarán en la capital de España hasta el domingo.

En la expedición pitiusa los hay de todas las edades y de todas las nacionalidades pero en todos ellos reina un mismo objetivo:«Demostrar que la Iglesia es de los jóvenes».

En este sentido David, Rodrigo, Tania o Víctor, todos con edades que van desde los 15 a los 17 años, aseguraban con sus billetes en la mano que tenían ya muchas ganas de «poder ver al Papa Benedicto XVI en persona y de demostrar que los jóvenes de Eivissa no sólo estamos de fiesta por las noches».

Junto a ellos viajaron también diez jóvenes desde Formentera, entre ellos Azahara, una joven de 14 años que ya estaba «ansiosa por conocer gente de todos los países del mundo y compartir experiencias como las mías».

Además, todos estos jóvenes no estarán solos en su viaje a Madrid, ya que por ejemplo los de la menor de las Pitiüses lo harán acompañados de Sor María Lucero del Alba, una monja argentina Servidora del Señor y la Virgen de Matará, y sobre todo por el párroco de Jesús, Juan Fernando Gómez, encargado de gestionar todo.

Gómez lleva cerca de un año al mando para que todo salga perfecto y para que los jóvenes se alojen en la parroquia de la iglesia de Nuestra Señora del Sagrario en el barrio de Carabanchel, y en distintas casas de acogida que algunos feligreses de la parroquia ofrecen a los peregrinos.

Además, ha gestionado las acreditaciones que consiguen los peregrinos mediante una cuota de inscripción. En este sentido el párroco de Jesús, aseguró «que éstas suponen la financiación del 70% de los gastos de las jornadas, ya que cada uno paga 47 euros más otros 10 que irán destinados a proyectos de solidaridad con los países más pobres».

Algo que para Juan Fernando Gómez supone una muestra de que «Jesucristo sigue vivo, sobre todo entre los más jóvenes».