Antoni Espinosa, con su vehículo, ya en Formentera después de haber vivido un calvario de viaje, como él mismo califica, «con experiencias surrealistas». | Guillermo Romaní

Antoni Espinosa, mallorquín de 27 años, es desde hace casi dos años y medio agente de la Policía Local de Formentera y hace unos días vivió una experiencia inverosímil cuando quiso traer el coche y pertenencias de su casa de Mallorca a Formentera. La culpable de una historia rocambolesca fue la naviera Baleària que fue sumando ‘aciertos' de tal manera que Espinosa, que salió de Mallorca a las 10.45 horas de la mañana del viernes día 4 y debía llegar a Formentera antes de las cinco de la tarde de ese mismo día no lo hizo hasta casi las diez de la mañana del día siguiente.

Coche nuevo
Coincidiendo con su período de vacaciones Espinosa se fue a su Mallorca natal y aprovechó para cambiar su viejo coche por otro, dicho vehículo le fue entregado en el concesionario a las ocho de la mañana, lo cargó con todo tipo de pertenencias, desde ropa a cuadros, aparatos electrónicos, un televisor y hasta con un canario en su correspondiente jaula y cumpliendo con el programa previsto, a las diez menos cuarto estaba en el puerto de Palma para embarcar. «En el puerto me preguntan donde voy, me piden la tarjeta de embarque, el DNI y sigo el protocolo establecido y me dicen que suba por la rampa número 3, subo el coche a lo que imagino sería una segunda planta, lo dejo y hago la travesía tranquilamente».
Pero a la hora de llegar a Eivissa, cuando comunican a los pasajeros que deben abandonar el barco con sus vehículos que bajen al garaje, «me encuentro que al cabo de diez minutos de estar ahí, de que en ninguno de los coches que están a mi alrededor hay un conductor por lo que es imposible que saque mi coche». Ante lo que estaba sucediendo bajó del vehículo y se dirigió «a la primera persona que vi con peto amarillo de Baleària y le dije que he de desembarcar pero su coche está rodeado de vehículos sin conductor». Según Espinosa, el operario se extrañó ante lo que le decía y fue al coche para ver el papel que indicaba el destino del vehículo y resultó que el de Espinosa indicaba Eivissa y todo el resto tenían como puerto de destino Valencia.

Coche a Valencia
Desde ese momento comenzó lo que Espinosa denominó un calvario ya que a esa hora, poco antes de las tres de la tarde del viernes, él debería haber desembarcado para enlazar con el Nixe y su coche estaba atrapado. Tras muchas dilaciones le explican que su coche no puede ser desembarcado porque la planta inferior está llena de vehículos que viajan hasta la Península por lo que es imposible bajar la rampa.
La primera propuesta es que se baje del barco y que cuando el Abel Matutes regrese de la Península, a las tres de la madrugada, se podrá hacer cargo del su coche. «Yo les dije que teníamos un problema importante porque tenía que ir a Formentera, que me estaban haciendo perder el enlace con el Nixe, pero lo peor es que pretendían que me quedara en Eivissa y me apañara hasta las tres de la madrugada en la que podría coger el coche».
Claro que Espinosa les hizo ver que no podía estarse en Eivissa desde las tres de la tarde hasta las tres de la madrugada así como así, tenía que comer, cenar y dormir antes de poder coger el siguiente barco, a las nueve de la mañana del sábado. Baleària le ofreció habilitarle un camarote en el Abel Matutes, que viajara con el barco hasta la península y regresar de nuevo ce madrugada a lo que Espinosa se negó porque no estaba dispuesto a pasarse doce horas de más en el barco sobre todo cuando comenzaba el fuerte temporal que azotó las Islas el pasado fin de semana.

Con el canario a cuestas
Tras muchas disquisiciones y cuando eran casi las cuatro de la tarde le consiguieron un alojamiento en Eivissa al que acudió con su canario y su jaula protectora a las seis de la tarde. Claro que por el momento la comida y la cena se la tuvo que pagar de su bolsillo.
A las tres estaba de nuevo en el puerto para recoger el coche, ya que no me fiaba de «un parking con videocámara, pero por mucha cámara, el recinto estaba abierto, sin barreras y podían abrirme el coche y llevarse lo que quisieran, desde la televisión a los cuadros o las mochilas con ropa».Le dijeron que por el mal tiempo el barco se retrasaría una hora; regresó a su alojamiento y a las cuatro fue al puerto donde no pudieron concretarle cuando llegaría el barco por lo que obligó a que llamaran al Abel Matutes para conocer hora prevista de llegada. «Me dijeron que sobre las cinco o cinco y cuarto pero de todas maneras pedí y así me lo prometieron -explicó Espinosa-, que me llamarían para confirmar la llegada, pero no fue hasta las seis menos cuarto que llamé yo cuando me dijeron que efectivamente el barco había llegado y que mi coche estaba en el parking de Baleària aunque habíamos quedado en que no quería que dejaran el coche en el parking». Total que se fue a buscar el coche y estuvo esperando hasta la hora de embarcar hacia Formentera.
El colmo fue que cuando estaba embarcando le llamaron por teléfono de Baleària diciéndole que le invitaban a un refrigerio en el barco, pero para ello tenía que llamar a una o dos personas por teléfono...