Una imagen de la tienda de ropa y otros productos que tiene la organización católica situada en la calle Carlos III de Vila. | Marco Torres

Necesitamos ropa, sobre todo de hombre, para poder seguir ayudando a que los más necesitados de Eivissa no pasen frío y se puedan vestir». Este es el llamamiento casi desesperado que se hace desde las tiendas que tienen Caritas distribuidas por toda Eivissa.

No en vano la crisis sigue avanzando y la organización católica no es una excepción. Algo que se refleja, según Pepa, la encargada de la tienda de la calle Carlos III de Vila, en que «la gente no se desprende tan fácilmente de su ropa, y en que, además buena parte de la que se trae suele ser de mucha peor calidad».

Por eso la propia Pepa insiste en que «actualmente lo que más falta hace son vaqueros de hombre, pantalones de trabajo, mantas de todo tipo para los que no tienen hogar, ropa de bebé, y cualquier cosa que se tenga en casa y no se use».

Programa A tot trap

En este sentido, el que estén más o menos bien las prendas no es algo que importe demasiado porque para eso Caritas tiene el programa A tot trap. Según su coordinador, Claudio Recio, «se trata de un servicio de recogida, clasificación y venta de ropa de segunda mano en el que trabajan en una nave del Polígono de Montecristo 18 becarios con el fin de ayudarles también en su reinserción laboral y que se vuelvan a creer que pueden ser personas iguales a las demás».

Según Recio, «cada uno de ellos cobra 300 euros por dos horas de formación y por tres de trabajo diarias en las que seleccionan las prendas que valen para las dos tiendas de Vila (en Carlos III y en ses Figueretes), la de Sant Antoni, la de Santa Eulària y para el local de Sant Jordi, y separan las que están defectuosas para mandarlas a África».

Sin embargo, según el coordinador del programa A tot trap, éste también corre peligro debido a todo lo que adeudan a Caritas las administraciones. «Los ayuntamientos y el Consell nos deben tanto dinero que ahora, por ejemplo, este programa sobrevive gracias a lo que obtenemos de las ventas de las tiendas, donde el producto más caro vale 8 euros», asegura Recio con un gesto de pena en el rostro.

Por eso ahora más que nunca son los propios ayudantes los hacen un llamamiento a los ibicencos para poder seguir ayudando.