En la Botiga Solidària sólo se vendían productos de comercio justo. | Mónica González

La Botiga Solidària, una alternativa ecológica y social». Este es el lema que aún se puede leer en la parte superior de la pared roja de la tienda de la Fundació Deixalles en la Avenida de España de Vila. Sin embargo, desde el pasado viernes sus puertas están cerradas con una reja metálica que impide el paso. La crisis se ha cobrado otra víctima.

Dedicada a la venta de comercio justo y de productos solidarios, no ha podido aguantar y se ha visto obligada a echar el cierre. «A pesar de las ayudas de la Agencia de Cooperación Internacional del Govern balear no hemos podido con los cerca de 9.000 euros que teníamos de déficit y hemos tenido que parar», asegura Sonia Jofré, coordinadora de la delegación de la Fundació Deixalles en Eivissa, aún con la pena en la mirada.

Ahora el lugar presenta un aspecto muy distinto al de Navidad. En él se acumulan cajas de comida de comercio justo junto a maniquís antes vestidos con productos elaborados por artesanos de países en vías de desarrollo.«Hemos llamado a muchas puertas pero no hemos logrado fidelizar al público lo que demuestra que el comercio justo no está asentado en Eivissa», asegura Sonia.

Aún así, sólo tiene palabras de agradecimiento «para todos los voluntarios que han ayudado en la tienda y para Graciela Valín, la persona que desde 2006 ha estado a la cabeza de la campaña de comercio justo en nuestra fundación».

Sin embargo, estas campañas no mueren con el cierre de la tienda, ya que todo lo que ha sobrado se llevará a la nave que tiene la Fundació Deixalles en el polígono de Montecristo. Allí, según Sonia, «se pondrán a la venta junto con todo lo que se ofrece en nuestros talleres de reciclaje».

Y es que en Deixalles han perdido una batalla pero no la guerra contra la crisis.