Imagen del puerto de Santa Eulària en uno de los días de invierno. | Mónica González

Durante los meses de verano las aguas de Eivissa y Formentera se llenan de barcos de todos los tipos y tamaños. Son meses propicios para que el que tiene una embarcación en propiedad la emplee para recorrer sus preciosas calas o para que el que tenga un poco de dinero la alquile para disfrutar con sus amigos.

Pero ¿y en invierno qué? Pues a esperar pacientemente en los puertos a que vuelva el buen tiempo y a apurar su particular puesta a punto para la nueva temporada.

Así, es en esta época donde entran en liza empresas que se dedican a la reparación y mantenimiento de embarcaciones que hacen que todo esté como nuevo cuando se quiera disfrutar otra vez.

Mantenimiento

Una de ellas es Varadero, situada en pleno muelle pesquero de Eivissa desde hace siete años. En ella, según Pedro Costa, uno de sus encargados, «se hacen todo tipo de trabajos como mantenimiento general, lijado, pintura, mecánica o el antifouling para desprender los moluscos y demás formas de vida incrustadas, y con el precio que se quiera gastar el cliente porque todo lo hacemos al gusto del consumidor».

Ellos tienen espacio para 30 o 40 embarcaciones siempre que no superen las 160 toneladas de peso, siendo, como afirma Pedro, «los únicos en toda la Isla con espacio para barcos de tamaño tan grande, lo que hace que acudan a nosotros en invierno desde ferrys hasta barcos de pesca pasando por los yates de lujo».

Precisamente los barcos de lujo son el sector de Princess Yatchs Ibiza. Ellos se dedican a vender embarcaciones de primer nivel y, aunque su sede está en el puerto de Santa Eulària, en invierno apenas pasan por allí. «Durante estos meses no paro de viajar por todo el mundo, de feria en feria, para intentar vender barcos y enterarme de las últimas novedades del sector», asegura James Blanchfield, el encargado de la empresa y que acaba de aterrizar de Londres y Dusseldorf.

No se nota la crisis

Su sector son los barcos que van desde los 12 a los 40 metros, siendo los más baratos los que valen 450.000 euros. «Nuestros principales clientes vienen de Rusia, Alemania e Inglaterra y con mucho dinero, por lo que no nos hemos visto afectados en exceso por la crisis», ríe James.

Sin embargo, este inglés, afincado en Eivissa desde hace tres años, también asegura que «cuando vienen a vernos españoles la mala situación económica también se nota porque a la hora de comprar cada vez más prefieren barcos de segunda mano».

Sobre la poca influencia de la crisis en este sector también está de acuerdo Raúl Salvador, uno de los dueños de la empresa Ibiza Marina, que lleva cinco años alquilando embarcaciones de entre 5 y 9 metros de eslora.
«Cada año ha ido mejor la empresa porque la gente apuesta por el charter náutico, tanto el que lo conoce como el que no ha subido nunca a un barco y, luego, normalmente, la gente suele repetir porque engancha», asegura Raúl Salvador con una gran sonrisa.

Su temporada suele prolongarse desde mayo a octubre, siempre dependiendo del tiempo que haga, y es entonces cuando la rueda vuelve al comienzo porque hay que ponerse en manos de un especialista durante el invierno, que, en el caso de Ibiza Marina, «es un mecánico que las mantiene en una nave, a precios que van desde los 300 euros que cuesta una custodia y los 1.500 para un invernaje en un barco de 9 metros».

Vida de marinero - Vida de temporada en una goleta ecológica

Daniel Méndez es el patrón y dueño de Green Gullet, una goleta que busca lograr la contaminación cero, a través de la sustitución de uno de los generadores de gasoil por placas solares fotovoltaicas en la cubierta superior unidas a un banco de baterías en la sala de maquinas; la instalación de luces LED de bajo consumo; la puesta en marcha de un sistema de decantación en todas las bombas de achique; la eliminación de los aires acondicionados y la sustitución de la cocina de inducción por una de gas.

Algo que no ha impedido que Méndez y su tripulación pasen largas temporadas a bordo. Durante la temporada de invierno lo tienen amarrado en su puerto base, Port Tarraco en Tarragona, y cuando se aproxima la temporada anclan en una boya en la Bahía de Sant Antoni, punto de partida de los charters de vida a bordo por Eivissa y Formentera, hasta finales de septiembre o principios de octubre.

Méndez asegura que «la vida a bordo es agradable ya que sólo hay que tener un ojo puesto en el parte meteorológico por si entra una fuerte tormenta de verano». Sin embargo, también afirma que «no es igual de cómodo que un amarre en puerto donde no tienes que coger la lancha auxiliar cada vez que quieres ir a tierra, pero hace ya más de 10 años que fondeamos en una boya porque los precios de los puertos son inalcanzables para nosotros».