El piquete informativo en el Mercat Nou ante la atenta mirada de un grupo de ciudadanos desayunando. | Marco Torres

Con mayor seguimiento que en la última convocatoria de huelga general, planteada al Gobierno de Zapatero en septiembre de 2010, pero con menos incidencia de la esperada. La séptima huelga general vivida en las Pitiüses pasará a la historia por ser una protesta tranquila, pero numerosa, con bastante normalidad en las calles y un seguimiento muy desigual.
La jornada se saldó con escasa repercusión en la actividad socioeconómica. Fue en la educación donde mayor incidencia se apreció, con un alto porcentaje de profesores en huelga muchos padres optaron por dejar a sus hijos en casa. Otros sectores como el transporte o la limpieza también sufrieron las consecuencias, pero con menor calado. Los servicios mínimos funcionaron y apenas se registraron incidentes. En eso tuvo mucho que ver el talante pacífico de la mayoría de los sindicalistas, que durante gran parte de la jornada ejercieron de piquetes por las calles de los municipios pitiusos. En los servicios sanitarios apenas se notó la huelga y mucho menos en la administración donde los funcionarios, tan reivindicativos en otras ocasiones, optaron por acudir a sus puestos de trabajo. Tampoco el comercio se vio afectado por la convocatoria, ya que la mayoría de tiendas abrieron sus puertas. Si bien la jornada no resultó como un día laborable cualquiera, tampoco pareció un festivo.

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División de opiniones
Los sindicatos convocantes de la protesta, UGT, CCOO, STEI-i y USO, afirmaron que el seguimiento global de la jornada de huelga general había sido de un 68% y no dudaron en calificarla de «éxito», advirtiendo que se trata sólo del principio, aunque desde el Ejecutivo autonómico y desde la delegación del Gobierno central en Balears de «absoluta normalidad», de baja participación y con pequeños incidentes.
El día de paro se rubricó con una manifestación que tuvo una respuesta notable, tratándose de una convocatoria sindical. Más de 3.000 personas se echaron a la calle (dos mil más que hace año y medio) y se dejaron oír por las calles de Vila. En Formentera la concentración reunió a 150 personas, mientras que en Palma la cifra ascendió a 60.000 personas, según los convocantes, y a 20.000, para la policía. Mientras, en Menorca fueron 8.000 los manisfestantes que se echaron a la calle. En todo el archipiélago balear, como aquí, la sensación fue la misma: mucha protesta, poca huelga.