Quien no estuviera ayer a punto de soltar la lagrimita en el acto de la entrega de las Medalles d’Or es que está hecho de cartón, porque hubo muchísimos motivos para emocionarse. Primero con Lina Bufí, operada hace escasos días y quien, con un hilo de voz recordó a sus alumnos del Conservatori, a los que calificó como una «gran familia». El parlamento de Bufí fue precedido por el de su yerno, Jaume Ribas, actual director del Conservatori, quien destacó que la fundadora de este centro marcó un «antes y un después» en la enseñanza musical de la Isla y rememoró los tiempos en los que debían viajar a Palma para examinarse.
La encargada de loar la figura de Lluís Llobet fue la concejala de Cultura Lina Sansano, quien destacó que fue el fundador de la primera asociación de vecinos de Dalt Vila y un «señor de Dalt Vila» en todos los sentidos. Llobet tuvo un recuerdo para la maestra de Dalt Vila María Muntaner y pidió que se «respete» la singularidad de esta zona de la ciudad.
La campanada la dio, como es habitual en él, el exconseller Joan Marí Tur, Botja, a quien le tocó ensalzar a Cava de Llano, conocida por sus amigos como Maisi. Marí tuvo su punto de egolatría al recordar que lleva 5 años retirado de la política, pero hizo un excelente repaso de la trayectoria de la «primera mujer ibicenca en ocupar un cargo tan alto», como es ser Defensora del Pueblo.
Recordó una anécdota divertida, que le ocurrió a Cava de Llano siendo alcaldesa accidental de Vila. Un policía local la llamó para decirle que había una pareja de la Tercera Edad en una playa unida «en una sola carne» y le preguntó que qué hacía. «Déjelos disfrutar, no les moleste», relató Botja que dijo Cava de Llano. El exconseller también recordó una «larga noche de cuchillos» en la que Maisi consoló a un presidente del Govern y aseguró que en política «no todo son honores» y que a menudo se sufren «deslealtades». También cuestionó su futuro político tras dejar el puesto de Defensora del Pueblo. «¿Y ahora hacia dónde caminarás?» le preguntó Botja, pidiéndole que vuelva a la política.
Pero la que fue emotiva de verdad fue la intervención de Cava de Llano, que rompió a llorar varias veces, sobre todo cuando recordó la noche en la que conoció a su marido en un guateque y éste la acompañó en una bicicleta que a ella esa noche le parecía «un Ferrari». Rememoró su infancia en Talamanca, las despedidas del barco tirando rollos de papel higiénico y los bocadillos de atún del Mercat Vell. Aseguró que justo cuando dejó la Defensoría del Pueblo recibió la noticia de que recibía la medalla: «No se puede tener mejor vuelta a casa». Calificó a los ibicencos de gente «verdadera y leal» y ensalzó «el cielo, el mar, la sal y la cal» de Eivissa, emocionando a todos los presentes.
El acto duró una hora escasa y terminó con un austero refrigerio a base de almendras, olivas y agua sin gas (la crisis es lo que tiene). A resaltar, que los concejales de PSOE-Pacte y de Eivissa pel Canvi lucieron el lazo por la lengua en su solapa y que la mujer del presidente Vicent Serra (algunos la llaman ‘la presidenta’) tropezó varias veces con sus tacones.