Martín, empaquetando alimentos

Más allá de las consideraciones sobre las creencias religiosas que mueven a Cáritas lo cierto es que sus cerca de 150 voluntarios y sus 19 trabajadores continúan llevando a cabo un importantísimo trabajo para ayudar a las personas sin hogar o en riesgo de exclusión social de toda la Isla.

La virulencia de esta crisis hace que cada año sean más las personas que acudan a las instalaciones de la organización en busca de ayuda y que el volumen de trabajo aumente año tras año. Y todo con unos medios cada vez más limitados. «Las administraciones nos deben cerca de 450.000 euros y por ello y para no retrasar el pago al personal y a los proveedores y no cerrar ningún programa hemos tenido que pedir una póliza bancaria con intereses que aumentan día a día», alerta Gustavo Gómez, responsable del Observatorio de la Realidad.
La situación es tan delicada que incluso se nota en las instalaciones del servicio de Orientación y Mediación Laboral, en la calle Felipe II de Vila. «Hace poco recibimos una ayuda de la CAM de 10.000 euros pero aún estamos esperando a que aparezca un donante anónimo que se anime a llevar a cabo las reformas que exige este edificio tan antiguo y que ascenderían a unos 40.000 euros», explica el propio Gómez mientras muestra un gran agujero en el techo.

Sin embargo, estos problemas no pueden con la ilusión de los voluntarios de Cáritas. «Son nuestro mayor activo, ya que todos los días del año gente de todas las edades acude a echar una mano, desde las más mayores, que suelen estar en la tienda, hasta algunos más jóvenes que suelen dar los desayunos y las cenas en el comedor social», explica orgulloso Gustavo Gómez.

Así, las instalaciones de Cáritas en Vila son un constante ir y venir de voluntarios, trabajadores o personas en busca de ayuda o, simplemente, compañía. El mejor ejemplo es el comedor social, dónde se ofrecen unos 60 desayunos y unas 60 cenas al día, gracias a la colaboración de la familia Vilás, se recibe atención personalizada de la trabajadora social Ana Belén Torres, se puede leer la prensa e, incluso, los jueves se puede disfrutar de una buena película comiendo palomitas. Además, acoge un pretaller de nivel formativo básico destinado a personas que tienen muy difícil reintegrarse en la sociedad y en el que los participantes reciben una beca de 100 euros al mes para sus gastos.

Integración social y laboral
Este es uno de los programas que la organización tiene destinados a la integración social y laboral de personas en riesgo de exclusión social junto al taller agrícola y ganadero Can Pep Xico, en el que participaron 40 personas y 8 consiguieron trabajo, y A Tot Drap, en el que se formaron 40 personas y después, 14 lograron un empleo.
Precisamente, en este último módulo se tratan las 257 toneladas de ropa de segunda mano que Cáritas recogió en 2012 y que luego se destinan, en su mayoría, a la tienda de la calle Carlos III de Vila. Con el tiempo, el lugar se ha convertido en un centro de referencia en Eivissa, acogiendo diariamente cerca de un centenar de personas que llegan para comprar ropa a uno y dos euros, que luego se reutilizan en otros servicios de la organización.
Algo que es posible gracias principalmente a la colaboración ciudadana demostrando que cuando hay que ayudar a los demás no importan las creencias de cada cual. «Los contenedores rojos que hemos colocado ya por toda la Isla para recoger ropa han sido un éxito que ni nosotros nos esperábamos, pero gracias a ellos estamos consiguiendo vestir a muchas personas que lo están pasando muy mal».