Entre el drama y la alegría

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Aguantando y con la esperanza de que haya pronto una solución. Así están los centros educativos en la tercera semana de huelga de la enseñanza. Con la resaca de la multitudinaria manifestación del domingo, los centros públicos siguieron con su actividad educativa paralizada. Once días de paro que están haciendo mella. «Lo vivimos como un auténtico drama. Hay un montón de pérdidas y de desgaste pero con la alegría de recibir el apoyo social», dice Mercedes Ibarrola, directora del colegio de Sant Carles, en el que había siete docentes en huelga. El número de docentes ha ido bajando desde el comienzo y en las aulas hay un centenar de alumnos de 264 que tiene el centro. También ha pasado en Es Pratet, con 103 alumnos y menos docentes en huelga. Otros se mantienen, como Poeta Villangómez, con seis docentes en huelga de once y con un 48% de alumnos, y en Portal Nou, siete de doce y 69 alumnos de 233. Los docentes en huelga y la ausencia de alumnos van fluctuando pero su número sigue siendo muy elevado y, en algunos centros, muy desigual. Ese es el caso de Venda d’Arabí, en el que aumentó de manera significativa el número de alumnos con 322 de un total de 471 y todo el claustro en huelga, salvo los servicios mínimos. Al otro lado, el caso de Can Coix, con un docente en huelga y faltando el 87% de los alumnos porque ayer hubo jornada de aulas vacías. En colegios como Can Cantó, con tres docentes en huelga, ha subido el número de alumnos y ayer fueron 106. «Es la tercera semana y los niños tienen que ir al colegio», comentan desde el centro. «Esto no se ha visto en la vida y espero que sirva de algo la manifestación.

Se necesita volver a la normalidad, pero el Govern tiene que abrir los ojos y los oídos». La huelga está pasando factura a la nómina de los docentes y se ve en algunos centros en los que van rotando. Otros aguantan: Can Misses cuenta con 16 docentes de los 19 en huelga y menos alumnos que el viernes. «Se ha notado la manifestación, que ha animado a los docentes a continuar», dicen. Sa Bodega, Balansat, Labritja o Can Raspalls son algunos de los centros en los que sólo funcionan los servicios mínimos y el resto de docentes secunda el paro. La afluencia de alumnos se mantiene, aunque en el Labritja ha bajado, mientras en Can Raspalls fueron 177 alumnos de 415, un ligero aumento, aunque los números van fluctuando. «Todos estamos cansados, a ver si se soluciona pronto», dicen desde el centro. Otro con alta participación es L’Urgell, 14 de 18 docentes, y, más alumnos, un 35%. En Sant Antoni también sigue alta y se mantiene el de alumnos; en el Guillem de Montgrí un 80% de docentes está en huelga así como el 30% de alumnado; en Sa Graduada, 15 de 20 docentes la secundan y 204 alumnos fueron de los 450, aunque el viernes fueron 191. En Puig den Valls, seis docentes en huelga de 31 y con 154 alumnos sobre 430, mientras que en S’Olivera fueron 17 docentes en huelga y 225 alumnos. Todos coinciden en que las familias están aceptando de buen grado esta huelga. «Las familias se lo toman muy bien y muchos no traen a los niños porque consideran que esta huelga está justificada; otros no tienen donde dejarlos y tienen que ir a trabajar», dicen desde Sa Graduada. En los institutos, la tónica general fue de más alumnos y menos docentes, salvo en Formentera, que ha pasado de una media superior al 90% al 76% de docentes en huelga ayer. Blanca Dona contó ayer con un 65% de docentes en huelga y un 30% de asistencia de alumnos; en Balàfia, el 91% de docentes y 20% de alumnos. Tantos días sin clase están causando preocupación, sobre todo en aquellos de segundo de Bachillerato. De hecho, el director del IES de Blanca Dona y portavoz de los directores de secundaria, Alex Pitaluga, aseguró que cuando se acabe el conflicto «tendremos que organizarnos para ir adaptándonos; se tendrá que reunir la comisión de coordinación pedagógica con los jefes de departamento para ver cómo lo enfocamos». De hecho, hay profesores que, por iniciativa propia, han enviado por correo electrónico la presentación y alguna actividad para que vayan leyendo los alumnos. En definitiva, todos quieren volver a clase, pero antes se tiene que llegar a un acuerdo.