María José López Armesto, sevillana de nacimiento e ibicenca de adopción, en su oficina de Eivissa, donde se desarrolló de esta entrevista.

Aunque se trata de una estadística imposible, un vistazo a la red y a la prensa local hace evidente que la crisis ha disparado el número de personas que ven una salida en la prostitución, un negocio que en Eivissa, sobre todo en verano, genera enormes cantidades de dinero negro, «incluso más que la droga», en palabras de María José López Armesto, presidenta de la primera cooperativa de prostitutas de España, bautizada como Sociedad Cooperativa de Servicios del Sexo de España, Sealeer, cuyo principal objeto es el bienestar de las personas asociadas y la lucha contra el ‘chulo’. De momento son once, todo chicas españolas, italianas y de países del este de Europa, aunque aseguran que ya tienen 40 solicitudes. Hacerse cooperativista de Sealeer cuesta 300 euros y no tiene más gastos, según López Armesto.

Es imposible saber cuántas personas trabajan en Eivissa en este gremio no reglado, pero según Sealeer en Balears son más de 2.200 las profesionales censadas. El 90% trabaja en clubes de alterne no están dadas de alta. El coordinador de la cooperativa, Jaume Bonet, recordó ayer que «hace dos años la Inspección de Trabajo hizo [en Eivissa] campañas contra los clubes de alterne y a las chicas las dieron de alta obligatoriamente como camareras de alterne por cuenta ajena». Con el fin de evitar este tipo de desmanes, que arrojan a estas mujeres en manos de proxenetas, como ocurre en la actualidad con el caso de las rumanas, que según Bonet precisan de visado para poder darse de alta en España, se tomó la decisión de crear la cooperativa.

—¿Cómo surgió la idea de crear una cooperativa de personas que se dedican a la prostitución en Eivissa?

—Surgió a través de un libro de Gloria Poyatos [magistrada del Juzgado de Lo Social de Arrecife, en Lanzarote, además de abogada y profesora en la universidad de Girona, se dio de alta como prostituta en la Seguridad Social en 2011 con el fin de demostrar que algo así era posible]. Nos dimos cuenta que [las chicas] como cooperativistas se pueden dar de alta y trabajar como autónomas. Y también, por supuesto, para intentar evitar todo lo posible el proxenetismo y con el fin de que las chicas tengan una seguridad sobre el dinero que ganan.

—¿Qué ventajas obtiene una chica o chico en la cooperativa de la que usted es presidenta respecto a una persona que trabaja en un club de alterne de forma, digamos, tradicional?

—Pues aparte de estar dada de alta en la Seguridad Social, cotizar y ser una trabajadora más, como cualquier otro autónomo de cualquier otra profesión y, por tanto, tener acceso a una mutua laboral. De esta forma se garantizan sus derechos y su capacidad de decidir. Además, puede declarar sus ingresos oficiales por trabajos por cuenta propia, de forma que pueden acceder a créditos bancarios, lograr cuotas reducidas para los seguros de los autónomos, tener la posibilidad de una baja laboral por enfermedad o maternidad, etcétera. En definitiva, ejercer su profesión con mayor seguridad.

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