Paulo César Baptista, pensativo y con la mirada perdida durante la primera sesión del juicio, celebrada el lunes. | Alejandro Sepulveda Soler

El segundo puñetazo que Paulo César Baptista dio a Abel Ureña aquel fatídico 20 de agosto de 2011 generó en la víctima un hematoma «mortal de necesidad» que acabó provocándole la muerte.

El neurocirujano que trató de urgencia a la víctima en el momento del incidente declaró ayer durante el segundo día del juicio contra el brasileño Paulo César Baptista que sólo se le operó y se intentó hacer algo dada su edad y la rapidez con la que habían intervenido los servicios de emergencia: «Que se mantuviese ocho días con vida ya era un logro extraordinario para nosotros».

El doctor reveló que cuando llegó al lugar de los hechos el joven tenía ya un golpe mortal justo encima de la oreja derecha.

Se caen dos testigos clave

Ese fue el segundo puñetazo que Baptista dio esa noche a Ureña. Antes había golpeado ya una vez a la víctima en medio de una discusión supuestamente motivada por tráfico de drogas.

Precisamente, sobre ese primer incidente declararon varios testigos en la segunda sesión del juicio ayer. De su relato se desprende que fue un golpe fuerte que provocó que Ureña cayera al suelo. De ahí se lo llevaron varios compañeros al office del beah hotel para que pudiera ser atendido y que fue allí donde se produjo el golpe mortal. «Le levantamos porque quedó aturdido y le apoyamos en una máquina de refrescos a ver si se le pasaba», comentó uno de estos testigos.