Abel Matutes Juan, en el momento de recibir la medalla de oro de la ciudad. g Foto: SERGIO G. CAÑIZARES | (c) Sergio G. Canizares

En el currículum de Abel Matutes Juan figuran decenas de condecoraciones concedidas por las más altas instituciones españolas, pero también por un buen número de países europeos y la gran mayoría de estados latinoamericanos. Pero el galardón que recibió el sábado pasado a manos de la alcaldesa de Vila, Virginia Marí, le honra de manera especial. «Estoy contento y satisfecho» asegura el empresario, dos días después de colgarse al cuello la medalla de oro de su ciudad, la misma que le vio nacer, la misma en la que ejerció como primer edil hace casi 44 años y la misma «donde espero estar enterrado algún día».

A sus 72 años, Matutes puede mirar atrás y comprobar que es el político balear con la trayectoria más extensa, y relevante, - ha ocupado los cargos de ministro de Exteriores y comisario europeo, entre otros -. Sin embargo, su figura genera cierta controversia; bien sea por su hoja de servicio en la política – siempre vinculada a partidos de centro-derecha-, bien sea por su actividad empresarial, o quizá por su ubicuidad en la sociedad que le ha tocado vivir-. Lo cierto es que mientras algunos representantes públicos - como el regidor de ExC, Vicent Ferrer - se niegan a asistir a su condecoración y otros o lo hacen de mala gana - los ediles del PSOE de Vila - muchos le hacen llegar su enhorabuena; y no sólo desde su entorno ideológico, también desde la misma izquierda. «Socialistas de toda España me han felicitado; de Mallorca, por supuesto, pero también del País Vasco, de Madrid...» aclara Matutes, que prefiere no dar nombres «para no comprometer a nadie».

En un primer momento, Matutes renunció a la medalla de oro de Vila porque el grupo municipal del PSOE-Pacte advirtió que el premio no estaba consensuada. «Tanto la alcaldesa (Pilar Marí) como Lina Sansano (concejala de Cultura) me dijeron que de todas maneras me la entregarían y que yo tenía todo el derecho a rechazarla... luego llegaron los ataques hacia mi persona, especialmente de Lurdes Costa (portavoz de los socialistas en Vila) quien aseguró que Ibiza no me debe nada, y eso fue lo que me convenció de que debía dar marcha atrás y aceptar la medalla».

El empresario creyó conveniente salir a escena y aprovechar la entrega de las medallas para reivindicar su papel, pasado y presente, en la historia de la ciudad. Respecto a la actitud de Costa, el expolítico se siente molesto, «porque yo le presté mi ayuda desinteresada cuando ella era concejala de Cultura de Vila. Abel Matutes era ministro de Exteriores y Eivissa había presentado su candidatura a la UNESCO para ser declarada Patrimonio de la Humanidad. El Ayuntamiento debía entregar un expediente exhaustivo que justificase esa declaración. Según el relato de Matutes el tiempo se agotaba y el Consistorio no había hecho sus deberes. Ante ese escenario envió a Eivissa a parte de su equipo para elaborar dicho expediente. «Un grupo de funcionarios de mi departamento se encerraron en en hotel Los Molinos e hicieron todo el trabajo; luego se presentó en la UNESCO y Vila obtuvo la declaración que tanto deseaba» concluye Abel Matutes.