El domingo pasado compartía con los lectores de este periódico, tanto en su edición impresa como por internet, algunas reflexiones para ir favoreciendo que la familia sea una institución evangelizada y, en consecuencia, evangelizadora. Me detenía en un primer aspecto, que atañe a todas las familias, cual es el de que la familia, toda familia, ha de ser la primera escuela para sus miembros.

Hoy quiero dar un paso más y, refiriéndome a las familias cristianas, es decir, aquellas que han nacido por medio del Sacramento del matrimonio, han de ser "iglesias domésticas". El Papa Pablo VI, ese gran pontífice que concluyo y dio inicio a la aplicación del Concilio Vaticano II y que será beatificado el domingo 19 de octubre, día de la conclusión de la Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos que el Papa Francisco ha convocado, escribía en la Exhortación Apostolica Evangelium nuntiandi, n. 71 que la familia "ha merecido muy bien, en los diferentes momentos de la historia y en el Concilio Vaticano II, el hermoso nombre de "iglesia doméstica". Esto significa que en cada familia cristiana deberían reflejarse los diversos aspectos de la Iglesia entes...la familia, al,igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y dónde este se irradia".

Iglesia doméstica es aquel hogar que ha ha nacido desde una opción de fe, se ha configurado de acuerdo con la misma y lleva adelante su existencia animada por la fe y en consonancia con sus exigencias.

En la "iglesia doméstica", Dios esta presente y actuante y, en consecuencia, se respira en las mismas un ambiente en el que es posible a sus miembros nacer, crecer y madurar como creyentes. Por ello, en la familia "iglesia doméstica" se reza, se ora, se mantiene una relación individual y colectiva, o sea familiar con Dios. La relación con Dios, si es vivida tan claramente dentro de la familia, después se lleva fuera: se participa juntos en la vida de la Iglesia universal, diocesana y pastoral, se asiste al culto, se participa en las obras de caridad...Cuando estoy escribiendo estos pensamientos para compartirlos con vosotros, queridas familias de Ibiza y Formentera, lo hago pensando en como mi padre y mi madre hicieron de mi familia una "iglesia doméstica": íbamos juntos a misa todos los domingos, nos sentábamos en el mismo banco, después en casa comentábamos la homilia o lo que había ocurrido en la iglesia, mis padres nos movían a ser caritativos, a dar limosnas, a ser cercanos con los pobres...tanto lo vivimos que es lo mismo que veo que hacen ahora mis hermanos. ¡Cuanto que le debo yo a mi padre en mi proceso de fe! Y mi padre no era un "beato": era sólo un cristiano de a pie que hizo todo lo que pudo hacer.

La familia "iglesia doméstica" empieza a configurarse con la celebración del sacramento del matrimonio entre un hombre y una mujer; un hombre y una mujer que de niños se formaron en la catequesis para la Primera Comunión y de jóvenes en la catequesis de la Confirmación, que en la escuela han podido completar su formación con la asignatura de la religión católica, que para celebrar el matrimonio han participado en los cursillos prematrimoniales, que en su juventud han podido participar en las actividades juveniles de la Iglesia..., en definitiva, han podido recibir una buena formación cristiana. Así, pues, son personas que pueden relacionarse con Dios, escucharlo, hablarle, son miembros de la Iglesia. En una "iglesia doméstica" se reza, se asume y se cumple el compromiso que los padres y padrinos hicieron el día del bautismo de educar a los hijos y de darles ejemplo de vida cristiana ....

Bonito es el perfil de la familia que es y se comporta como "iglesia doméstica". "La propia vivencia de la fe en la familia, como testimonio cristiano será el medio educativo más eficaz para suscitar y acompañar en el crecimiento de esa fe a los hijos, pues en la familia cristiana se dan las condiciones adecuadas para que se pueda vivir la fe en el día a día. Esa misma fe celebrada en los sacramentos, que son acontecimientos significativos en la historia de la familia, de modo especial la Eucaristía dominical, y en la oración, expresión de fe y ayuda a la integración de e y vida" (Conferencia episcopal Española, Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe, n. 43)

Queridas familias de Ibiza y Formentera: ánimo en ese proceso, sobre el cual seguiremos hablando en los próximos artículos.