Esta imagen de dos bloques de viviendas paralelas al carrer de La Mare de Déu reflejan a la perfección los contrastes de este barrio. | Daniel Espinosa

En un reciente reportaje elaborado por el PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA el agente 229 de la Policía Local de Vila, Policía de Barrio de Sa Penya desde hace siete años, explicó que en esta zona conviven dos áreas completamente diferentes: Una la manzana entre las calles Alt y Retir, donde se acumulan infraviviendas ocupadas por vecinos de etnia gitana que viven en condiciones lamentables de higiene, y otra el resto del barrio, desde el carrer de la Mare de Déu y hasta el carrer Sa Pedrera, y en la que sus residentes viven con cierta tranquilidad.

Y no le falta razón. En esta segunda zona, poco a poco, se van remodelando las viviendas y éstas presentan mejor estado que hace unos años. En el carrer Fosc, la plaza de sa Drassaneta o el carrer del Gall, los colores verdes, azules y marrones oscuros han ido tomando los portales y las ventanas e, incluso, alguna maceta con bonitas flores asoman por entre los balcones. Además, todas ellas esconden un gran tesoro en sus terrazas ya que los dueños de estas viviendas han aprovechado para transformarlas en bonitos espacios, de estilo chill out, con hamacas, sillas y mesas para relajarse y disfrutar de sus inmejorables vistas al mar y al puerto de Eivissa.

Sin embargo, también cuentan con una privilegiada posición desde donde ver la zona más deteriorada de Sa Penya. Y es que a escasos metros de estas lujosas terrazas, el residente y el visitante que camina por estas calles vuelve a encontrarse de bruces con un barrio que necesita más de un arreglo. Una casa en ruinas, una pared que corre un alto riesgo de derrumbe o con una vivienda que a pesar de haber sido reformada hace un par de años tuvo que tapiar sus puertas y ventanas para que no la tomaran los okupas, le indican sin duda que está en Sa Penya.

Todos los precios

Por esto, y por los grafitis en las paredes, los olores a orín durante todo el día, los excrementos en el suelo y la basura acumulada por los rincones, son muchas las viviendas que tienen colgado el cartel de ‘se vende’. «Cada vez más gente está huyendo del barrio por lo mal que está y sinceramente no entiendo como alguien puede acabar comprando una casa en esta zona», aseguró un residente que lleva más de cuarenta años en el barrio. Es más, este mismo vecino, que decidió quedar en el anonimato, también aseguró que «los posibles compradores sólo pueden ser gente que no conozca la zona y a la que las agencias engañan de forma cruel con los precios, ofreciéndole un piso en una zona con encanto de Eivissa como es su barrio de pescadores, para luego encontrarse con la realidad».

En este sentido, según explicó a este periódico la Inmobiliaria BM de Eivissa la zona ofrece viviendas que oscilan entre los 120.000 euros de las más baratas y los cuatro millones de euros de algún palacete que se encuenta en venta. «Lo común es encontrar en el barrio una vivienda de dos dormitorios justitos con un baño por unos 200.000 euros de media porque la mayoría son edificios antiguos que no tienen más capacidad y porque por más dinero ya no se venden», explicó su dueño, Eduardo de Bas.