Durante toda la mañana de ayer se trabajó intensamente y a toda velocidad por todas las calles de Vila para arreglar los destrozos que dejó la gran tromba de agua. | (c) Sergio G. Canizares

Tras la fuerte tormenta que arrasó el jueves por la noche la ciudad de Vila ayer tocó hacer balance y poner en valor los desperfectos que dejó tras de sí la tremenda tromba de agua. Pocas zonas de la ciudad no se vieron afectadas y por ello prácticamente todo el mundo comenzó la mañana con una fregona, un cubo y unos cartones. Además, según el Ayuntamiento de Eivissa, «desde el instante en que remitió el temporal», la empresa municipal de servicios de limpieza puso en marcha un «operativo especial» en aceras y calzadas con un camión cuba, un sistema de limpieza a presión, barridos manuales y mecánicos y grupos de agua a presión.

Algunas de las zonas donde los agentes de la Policía Local tuvieron que atender incidencias, la mayor parte de ellas por tapas de alcantarilla que no aguantaron la presión del agua, fueron el barrio de Es Pratet, el paseo de Vara de Rey, la calle Ignasi Wallis en su cruce con Bartomeu Roselló, las calles Corona, Joan Daifa, de la Creu, y las avenidas de Espanya y Sant Josep.
Además, la calle Madrid también fue una de las más afectadas, en este caso por el alto nivel del agua que penetró en muchos de los comercios y los portales. Por ejemplo, los propietarios del supermercado Día se pasaron varias horas achicando el agua que según algunos testigos llegó a alcanzar los dos palmos de altura mientras que Arturo, dueño desde hace dos meses de La Cicloteca, vió como un palmo y medio de agua dañaba sus muebles artesanales y sus bicicletas antiguas.

Los portales tampoco corrieron mejor suerte. Tal y como explicó María Teresa Torres, que pasó casi toda la mañana recogiendo los restos de la tormenta, el agua que se desbordó de la alcantarilla que hay delante de los números 54 y 56 de la calle Madrid llegó hasta los ascensores, los contadores de la luz, e, incluso hasta los apartamientos subterráneos «que terminaron totalmente inundados».

Contra las cucarachas

Mención aparte merece la situación que se vivió en la sede de la Plataforma Sociosanitaria. Allí las trabajadoras tuvieron que luchar contra el agua que entraba sin compasión hasta la mitad del pasillo y contra la gran cantidad de cucarachas que salían de las alcantarillas de la calle. Además, muchos de sus usuarios corrieron serio peligro de que se estropearan sus sillas eléctricas valoradas en unos 7.000 euros e, incluso, uno de ellos, se quedó atrapado en un ascensor.
Pero no fueron las únicas zonas de Vila donde se produjeron desperfectos. El Leroy Merlín situado en la avenida Sant Joan de Labritja, en dirección salida hacia Jesús y Santa Eulària, sufrió una inundación de agua sucia desde arriba hacia abajo que provocó que buena parte de la tienda se llenara de barro y que el pavimento terminara totalmente abombado. Además, los empleados se tuvieron que emplear a fondo para retirar a tiempo parte del material a la venta para que este no se viera afectado.

Y mientras, a escasos metros, el supermercado Eroski, sufrió importantes desperfectos en las placas de su tejado a causa del peso del agua. Afortunadamente no hubo que lamentar daños personales y ayer desde primera hora los operarios ya procedían a la colocación de otras nuevas placas.

Igualmente, las carreteras también sufrieron los estragos del agua. Una vez más una de las zonas más afectadas fue el tunel de Puig d’en Valls, que durante la noche del jueves quedó totalmente inundado, y que ayer, después del intenso y efectivo trabajo del personal de limpieza del Ayuntamiento quedó abierto a partir de las dos de la tarde.