Decenas de musulmanes, rezando el lunes por la noche en Ca n’Escandell. | DANIEL ESPINOSA

El mes sagrado del Ramadán comenzó la noche del pasado lunes para unos 7.000 musulmanes residentes en Eivissa. A lo largo de los próximos 30 días, la comunidad islámica celebrará el ayuno desde el alba (hacia las 04,30 horas) hasta la puesta del sol (sobre las 21,20 horas) para buscar, a través de la abstinencia, una actitud de paz que promueva el estado de conciencia divina.
Comienza así un mes de «felicidad», un viaje en el que la persona «lucha contra su propio ego», según explica el portavoz de la comunidad musulmana en Eivissa, Salahuddin Costa. «Es una expansión, un viaje que lo empiezas y no sabes qué va a suceder durante el mismo», subraya acerca de una práctica de «cierta dureza» para la que sus practicantes deben armarse de «paciencia».
El Ramadán comenzó el pasado lunes al caer el alba en multitud de espacios como el reservado en Ca’n Escandell, donde medio millar de musulmanes recitaron fragmentos del Corán «en un ambiente de festividad, alegría y celebración».
Durante el mes de abstinencia, prosigue Salahuddin Costa, «se siente satisfacción por compartir, y supone un logro por el hecho de ayunar». Hasta el próximo 6 de julio, otro de los pilares centrales para la comunidad islámica es la oración, donde el practicante «conecta con la espiritualidad» aumenta de cinco a ocho los rezos a Alá en dirección a La Meca.
La premisa de no ingerir alimentos ni líquidos durante las horas de sol aviva el cansancio y la falta de sueño, sobre todo para quienes afrontan intensas jornadas de trabajo. Sin embargo, según Costa «el Islam desaprueba trabajar duro en Ramadán porque no se debe perjudicar la salud», por lo que existen casos –como los trabajadores de invernaderos en Almería– en los que se aplaza el mes de ayuno a otra época de menor intensidad. También quedan exentas las mujeres embarazadas, las personas enfermas y los más pequeños.
«El Ramadán es algo individual que decide cada uno. El Islam establece que quien no hace el ayuno lo compensa dando de comer a quien más lo necesita en función de sus posibilidades», añade el portavoz de la comunidad musulmana en Eivissa, quien puntualiza que en su religión «está prohibido el espionaje» y que «si alguien hace trampa es algo que está entre él y Dios». «Él juzga, perdona y lo ve todo», concluye.
El barrio de ses Figueretes, en Vila, congrega a buena parte de la comunidad musulmana de la isla. Allí hay multitud de comercios y establecimientos que no se detienen por el Ramadán.
Es un mes «especial», indica el tendero de un ultramarino del barrio, quien, como otros muchos, ve pasar por sus ojos multitud de alimentos que no podrá echarse a la boca hasta las 21,20, cuando cae el sol. Entonces cena una taza de sopa con verduras, un vaso de leche, dátiles y dulces para combatir el déficit de glucosa y de calorías, y grandes cantidades de agua. Antes de dormir concentra en media hora los tres últimos rezos del día y se levanta a eso de las 03,30 para tomar el ‘desayuno’.
En la carnicería de al lado, sus dos empleados enfrentan con diferente ánimo la abstinencia. El más joven explica con resignación que a media tarde se siente «flojo y como mareado». «Hay veces que no sabes ni lo que haces, te mueves como muy lento», añade casi a carcajadas mientras su colega le interrumpe, también con tono afable: «Está enamorado, hay que ser fuerte, hombre».