En Ciudad de Panamá hay tres sitios para saber algo de la historia del Canal, uno es el Museo del Canal en el centro histórico, otro es el Archivo Nacional que durante tantos años llevó el especialista en historia de la música cubana, mi buen amigo Plinio Cogley, y el más importante de esos centros es la Biblioteca de la Autoridad del Canal en Ancón-Balboa donde nos han facilitado reproducciones de las fotos históricas de los trabajadores españoles (1913) que incluimos en este reportaje.

Como es sabido, el canal del Panamá fue comenzado por los franceses (1880) que tuvieron la mala idea de querer hacer un canal a nivel, sin altibajos, cosa imposible, terminaron arruinados por el enorme gasto que hicieron y por la corrupción de su promotor, Fernando Lesseps. Finalmente, el canal fue acabado en 10 años, en 1914 pero los gringos que invirtieron la friolera, entonces, de 400 millones y contrataron a miles de trabajadores provenientes de medio mundo, algunos como veremos, de Ibiza.

Los trabajadores del Canal

La prensa mallorquina, La Almudaina, recogió en 1906 el inicio de los trabajos y también el nacimiento de Panamá como país casi inventado por los yanquis para hacer el canal y quedárselo: «En el años pasado aparecía en la geografía universal el nombre nuevo de República de Panamá que comprendía a un fragmentos territorial del país colombiano… como primera evolución para llegar a ser colonia de los Estados Unidos». De entre los trabajadores que se reclutaron para hacer el Canal, después de los afroantillanos, los españoles fueron los más numerosos, exactamente el 18,39% del total de la mano de obra empleada. Entre 1904 y 1914 trabajaron 8.298 españoles, y sabemos que en 1906 fueron contratados 1.174 currantes, 5.293 en 1907 y 1831 en 1908, la mayoría en la Península bien es verdad que en Cuba también se llevaron a cabo muchas contrataciones. Los obreros del Canal, 45.000 en 1912 procedentes de 40 naciones diferentes, cobraban tres salarios, según su lugar de procedencia. Los estadounidenses cobraban el denominado gold roll (salario de oro) y tenían una jornada de ocho horas, eran mecánicos, enfermeras, jefecillos, etc.

Los europeos (los ibicencos) cobraban el denominado silver roll y trabajaban diez horas diarias; los afroantillanos eran los peor pagados, cobraban la mitad que los europeos.

Cazadores de esclavos

Los españoles eran contratados tanto en España como en Cuba por agentes del gobierno estadounidense. El coste de su viaje a Panamá se les adelantaba y se les quitaba de su futuro sueldo, por eso se apuntaron probablemente algunos ibicencos, a estos no se les aseguraba su repatriación; es decir, si algo no iba bien ellos se tenía que pagar el billete de vuelta a Ibiza, a los afroantillanos si se les garantizaba ese pago. En la prensa balear estos agentes gringos fueron calificado de «cazadores de esclavos» que se aprovechaban de las necesidades de los más humildes «nadie emigra con gusto, lo hace por ansia de mejora», se leía en un periódico mallorquín.

Los españoles en Panamá eran considerados como buenos trabajadores, muy capacitados y con una excelente adaptabilidad a las tareas laborales que les encomendaban y al clima tropical. La Comisión del Canal (1906) definió el trabajo de nuestros compatriotas de esta forma: «trabajan el doble que los negros, además resisten muy bien el clima». De cada cien españoles atacados por las enfermedades tropicales, noventa se curaban. Sabedores de su importancia fundamental para las obras canalíferas, algunos españoles hicieron una huelga porque quería cobrar más y porque consideraban que habitaban en «pocilgas indignas». La cosa terminó mal y algunos, al intentar huir, fueron detenidos.

«Pedro Marí y Juan Riera, de Ibiza»

De los esforzados trabajadores ibicencos tenemos noticia porque en 1908 llegaron a Panamá los periodistas Guerrero y Lorente que, sobre el terreno hablaron con algunos trabajadores, concretamente con Benito Vila, natural de Vigo y con Juan Guillén de Santiago. Y ya en la villa de Emperador estos periodistas habaneros a sueldo de los gringos —que querían demostrar al mundo que los trabajadores estaban bien— cambiaron impresiones con otros trabajadores: «con Patricio García de Salamanca; y en Gatún con Jacinto Potous y su mujer Balbina; con Francisco Ferrer y su mujer Trinidad Parra, esta última había llegado hacía un mes para contraer matrimonio con Ferrer. En el mismo Gatún hablamos, además, con Pedro Marí y Juan Riera de Ibiza que descargaban un tren de tierra…». Los ibicencos le contaron a Guerrero que pasaban muchas penurias y enfermedades pero que como compensación «estamos mejor retribuidos que en otra parte». De modo que aquí paz y después gloria.