Los comerciantes de Vara de Rey están claramente divididos acerca de las consecuencias de la peatonalización del centro de la ciudad. Sacar los coches de esta importante arteria de Vila ha sido un acierto para los hoteleros, que esta temporada han visto crecer sus negocios al mismo tiempo que aumentaba el tamaño de sus terrazas. En cambio, los propietarios de las tiendas de ropa han acusado un descenso en las ventas que, en términos generales, oscila entre el 30 y el 40 por ciento respecto a la temporada pasada.

Esther, dependienta de una zapatería de Vara de Rey, tiene una teoría sobre lo que ha sucedido tras la peatonalización: «El paseo anula la motivación de compra», afirma sin titubear. En su opinión, uno de los efectos más importantes ha sido el «cambio de target» de las personas que transitan por Vara de Rey que ahora prefieren sentarse relajadamente en una terraza antes que comprar en alguna de las tiendas.

La «zona de tránsito» es ahora la avenida Bartomeu de Roselló, donde están la mayoría de las franquicias de moda, y donde todavía se puede aparcar con un poco de suerte. Precisamente la falta de aparcamiento es uno de los principales enemigos del pequeño comercio de la ciudad. «Mientras no haya más transporte público, la gente va a demandar más aparcamiento. Y si no lo hay, simplemente no vendrán», sostiene la dependienta que se queja también de la falta de publicidad que, desde las instituciones, se le ha dado al aparcamiento disuasorio de es Gorg.

Pepita Guasch, propietaria de la tienda de ropa de Can Domingo, intenta ser equidistante y explica que la peatonalización de Vara de rey tiene dos caras: «Lo positivo es que el paseo es ahora muy espacioso, no hay ruido de coche y es muy agradable ver a la gente comiendo en las terrazas con toda la tranquilidad». Sin embargo, apunta Pepita, también hay aspectos negativos. Los vecinos de Vara de Rey se quejan del ruido que provocan de madrugada las máquinas limpiadoras del pavimento del paseo. «Hacen un ruido espantoso», asegura.

Respecto a las ventas, Guasch asegura que el verano «no ha sido bueno» y que la temporada ha resultado ser «muy rara», sobre todo porque el mes de agosto ha sido más flojo que septiembre y octubre. «Ahora todavía hace buen tiempo y la gente sigue comprando cosas de verano. En agosto, en cambio, ha venido mucha gente a la isla pero ha comprado poco».

Una de las preocupaciones de la propietaria de esta histórica camisería es que todos los locales de Vara de Rey se acaben reconvirtiendo a la actividad hostelera. «Me gustaría que en s’Alamera siguieran conviviendo las tiendas y los bares», insiste.

Sin embargo, el optimismo reinante entre los empleados y dueños de negocios de hostelería invita a pensar que la balanza caerá con el tiempo de su lado. Califican la temporada de «muy buena», no solo por un aumento del volumen de clientes sino por la «tranquilidad» que tienen ahora una vez prohibida la circulación de vehículos.

Eva Nevado, empleada de una cafetería, explica que la peatonalización de Vara de Rey les ha beneficiado claramente. «Hemos trabajado mucho más que el año pasado y la prueba es que no tenemos ninguna mesa libre», dice señalando la terraza del local. «El jefe está contento y nosotras también», concluye.

Unos metros más allá en dirección a la muralla la sensación, en cambio, no es la misma. Dani, encargado del bar Pura Vida de la plaza del Parc, opina que la peatonalización de Vara de Rey les ha perjudicado. En su caso, asegura, la recaudación ha bajado este año a la mitad, no solo por la falta de aparcamiento sino también por el cambio de la fisonomía de la zona. En este sentido, recalca los efectos que ha tenido la tala de algunos de los árboles que, antes de las obras, proporcionaban sombra a las terrazas de la zona. «Nos han quitado toda la sombra que teníamos», indica.

Por otra parte, también destaca el tipo de pavimento elegido para asfaltar la zona como otra de las causas que provoca que acudan menos padres con hijos a la plaza: «No vienen familias porque con este tipo de asfalto los niños se dejan las rodillas».

LA NOTA

Malestar por las terrazas

Entre los comerciantes de Vara de Rey existe un cierto malestar por el gran tamaño de las terrazas de los bares y restaurantes tras la peatonalización de la zona. Los propietarios de las tiendas de ropa no ven con buenos ojos que las mesas situadas en el exterior superen los límites de su fachada cuando, recuerdan, antes de la peatonalización, el Ayuntamiento aseguró que esto no sucedería. «Aunque los bares paguen muchos impuestos hay que tener en cuenta que tener 60 metros de terraza supone un gran beneficio», argumentan sobre el beneficio a la hostelería.