Los propietarios de los pequeños comercios del barrio de es Pratet denuncian la situación de inseguridad por los continuos robos que sufren desde hace años protagonizados por determinados usuarios del albergue municipal ubicado en la calle Carles III.

Fina Tur, dueña de un supermercado de la zona, es una de las más perjudicadas de esta situación. Sufre continuos robos de alcohol e incluso de cajas enteras de patatas, melones o naranjas. «Se ponen delante de la tienda con una bicicleta haciendo guardia, cogen la caja y se marchan a 300 por hora», relata. La propietaria de este negocio cree que estos pequeños hurtos no se realizan para consumo propio: «Una persona que tiene apariencia de yonki no coge una caja de naranjas para hacerse un zumito sino para venderla después». A pesar de los frecuentes robos, Tur asegura que no le vale la pena ni denunciarlos: «No tiene sentido abandonar tu negocio cuando tienes mucho trabajo para denunciar una cosa que sabes que no recuperarás».

La propietaria del supermercado considera que el hecho de que el servicio de acogida municipal esté en el barrio «degrada» tanto los negocios como las viviendas de es Pratet: «Todo el mundo se alegrará cuando quiten el albergue de aquí porque a nadie le gusta tener a este gente de vecinos», señala.

Poca presencia policial

Cristina, propietaria de una tienda de ropa, asegura que muchos comercios de la zona han cerrado por la situación en que se encuentra. «Cada vez viene más gente sin techo y hay muchos robos», asegura. Además, critica la poca presencia policial que hay en el bario para evitar los numerosos robos que se producen a diario. Cristina sostiene que le han entrado a robar una decena de veces en su tienda, de las cuales en una ocasión hace dos años le sustrajeron una cantidad importante de dinero en ropa y material.

La dueña de esta tienda cree que el problema de inseguridad que se vive en es Pratet se eliminará cuando trasladen las instalaciones del albergue al centro de baja exigencia que está previsto que se construya en el polígono de es Gorg. «El problema se trasladará a esa zona pero allí no hay ni habitantes ni muchos comercios», asegura Cristina que recuerda que el barrio de es Pratet está en pleno centro de la ciudad, al lado del puerto y cuenta con dos establecimientos hoteleros y numerosos bares y restaurantes.

Críticas de abandono

Algunos vecinos creen que unos antiguos recreativos de la calle Carles III cerrados desde años están actualmente okupados por gente que no tiene vivienda. A través de la verja y una puerta abierta no se ven personas en su interior pero la entrada es un nido de suciedad repleto de botes de cerveza y cartones de vino vacíos.

Juan, empleado de un supermercado, se queja del estado de «abandono» en que se encuentra el barrio. Según señala, «por la noche beben en la calle y orinan en los portales». Una situación que, según destaca, da una mala imagen para los turistas que vienen durante la temporada porque «pasas por la acera por la mañana y huele a orina que da gusto».

El empleado de esta tienda considera que los problemas acabarán cuando se construya tanto el nuevo servicio municipal de acogida como el centro de baja exigencia. «Será bueno para los usuarios y bueno para nosotros. Lo que no deberían hacer es perjudicar otro barrio porque si van a trasladar el problema de un sitio a otro no valdrá para nada», asegura.