Procesión durante la celebración del día grande de Sant Rafel. | PERIÓDICO DE IBIZA Y FORMENTERA / MANU GON

Año tras año el día grande de Sant Rafel es recordado por los veteranos de estas fiestas como el día en el que el actual obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, se ordenó sacerdote. No en vano, él se encarga de recordarlo cada 24 de octubre ante todos los presentes en la iglesia, citando además su trayectoria en países como el Vaticano, Costa Rica, Marruecos o Mozambique. Sin embargo, ayer algo cambió en Sant Rafel ofreciendo un soplo de aire fresco a este tipo de celebraciones: los bailes que ofrecieron los miembros de la Asociación Cultural Grupo Dance de Tauste, en la provincia de Zaragoza.

Era su segunda presencia en la isla después de que en 2017 acudieran invitados a Jesús por la Colla de L’Horta. La primera experiencia fue tan buena y gustó tanto que en esta ocasión han repetido viaje con 16 personas, distribuidos en 12 danzantes, 3 dulzaineros o músicos y un rabadán, el niño que es el encargado de subirse a sus torres humanas para hacer los vivas y saludar a los presentes.

Todos ellos mostraron distintos pasos de este ancestral baile aragonés transmitido de generación en generación que según algunos expertos puede remontarse al siglo XII, cuando Tauste es recuperado para la cristiandad por el Alfonso I el Batallador, Rey de Aragón. Sin embargo, según explicó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera uno de los dulzaineros, Moisés Bermúdez, «los primeros escritos en los que aparece se remontan a 1789, explicándose ya que se pagaba 17 sueldos a los danzantes, incluyendo el mayoral». Normalmente se suele bailar durante los tres primeros días de las fiestas patronales en honor a la Virgen de Sancho Abarca, el 20, 21 y 22 de abril.

El baile que mostraron ayer en Sant Rafel siguió, según Bermúdez, los cánones tradicionales. Hubo saludo, dos partes dedicadas a las espadas, varias de arcos de flores, las tradicionales torres humanas de Cucuño, Pulso, Arcos o Caballos y San Miguel y finalmente un paseo y el saludo final. Algo que gustó mucho a los presentes. «Qué preciosidad y para que vean los catalanes, no son los únicos que se suben en hombros para hacer torres humanas» comentaba una señora mayor en compañía de su marido. Al lado, una turista, Micaela, de origen argentino no paraba de hacer fotos. «Venía a fotografiar el ball pagès porque me había dicho un amigo que no me lo perdiera porque es muy bonito pero sin saberlo me llevo dos por una, así que no puedo estar más contenta», aseguró a este periódico.

Misa, procesión y ball pagès

Por lo demás, el día grande de Sant Rafel se desarrolló como marca la tradición. La misa comenzó puntual a las 12.00 horas con la presencia de una amplia nómina de autoridades políticas, entre ellas, el presidente del Consell d’Eivissa; Vicent Marí, el alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra Colomar; el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas, Agustinet; buena parte de los concejales del consistorio portmanyí y las socialistas Pilar Costa o Sofía Herranz.

La misa estuvo conducida por el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura. Comenzó su homilía recordando la figura de algunos de los curas de la parroquia que han dejado una profunda huella entre los vecinos como Josep Planells Bonet, Pep Negre, «maestro y siempre una gran ayuda», fallecido a los 86 años en 2014; Juan Riera que regresó a Corona o el padre José, muerto el año pasado, y culminó repasando la figura del patrón de la localidad, el arcángel Rafael.

Según el Antiguo Testamento fue enviado a la Tierra por Dios junto a Miguel y Gabriel para ayudar a los hombres y más concretamente a Tobit, que era ciego, y a su hijo Tobías para conseguir una esposa piadosa, quien finalmente acaba siendo Sara, quien había visto morir a siete prometidos. Por ello, Segura lo puso como ejemplo y lo definió «como un estímulo para vivir una vida de santidad como nos corresponde en la Tierra y así llegar al cielo sin dobles intenciones y sin máscaras».

Tras la misa llegó el turno de la procesión, siempre preciosa a pesar de durar apenas diez minutos por los alrededores de la iglesia, y el ball pagès a cargo de los miembros de la Colla de Sant Rafel. Volvieron a dejar imágenes preciosas para los fotógrafos como prólogo de lo que vino después, los bailes folklóricos de Tauste, en Zaragoza.