La consellera de Salut, Patricia Gómez, presentando el Plan de Salud Mental y la puesta en marcha de la UPD en Can Misses en enero. | Marcelo Sastre

A. luchó durante años y fue a Palma en varias ocasiones para hablar con los políticos hasta que logró que Ibiza contara con recursos para los afectados por patología dual, enfermos mentales con problemas de adicciones.

Ahora su hijo, diagnosticado de esquizofrenia y consumidor de drogas, no puede acceder a la Unidad de Patología Dual (UPD) de Can Misses porque está cumpliendo una condena por violencia doméstica derivada de su enfermedad.

Otros como el hijo de M.S. también son usuarios de la UPD, un recurso que agradecen pero que consideran insuficiente.

Las familias de enfermos de patología dual, un trastorno en alza, viven una odisea en su vida diaria. A. y M.S. son las iniciales de dos madres con hijos afectados por este trastorno.
«Las estadísticas dicen que de diez consumidores de drogas, uno o dos van a desarrollar una patología dual. Son enfermos mentales que consumen y que hay que tratarlos de otra forma», reivindica M.S.

Su hijo padece un trastorno de personalidad con un abuso de drogas. «Un médico puede dejarle de tratar porque está consumiendo. Hay que agradecer al psiquiatra de la UPD que no se plantea que alguien no sea atendido si consume. Somos los grandes olvidados de la salud mental», añade.

Cocaína como ansiolítico
La cocaína es la droga que consumen, «les ayuda a relajarse momentáneamente, lo utilizan como un ansiolítico», señala A.

A su hijo primero le diagnosticaron la enfermedad mental y después empezó a consumir. Las familias creen que los profesionales de salud mental deberían estar más atentos al detectarlo para atajarlo desde el inicio y trabajar en conjunto con terapia y medicación. «Tendrían que advertir de que este peligro es mayor porque nunca me dijeron que vigilara que no consumiera», apunta .

Con el consumo de drogas se recrudece el problema. Las familias se enfrentan a episodios de violencia, ya que empiezan a tener problemas de comportamiento y han tenido que pedir incluso órdenes de alejamiento en los juzgados.

«Tengo puertas rotas. En mi casa, las sillas vuelan», dice A. Sus hijos han pasado por centros de desintoxicación y por la Unidad de Agudos de Psiquiatría de Can Misses, pero los resultados no han sido efectivos para tratar la patología dual.

El hijo de A. ha estado en tres ocasiones en Proyecto Hombre, «pero no tratan la enfermedad, entran y abandona el tratamiento». A. luchó también para que su hijo estuviera en un piso tutelado, ya que era imposible la convivencia familiar, «pero lo echaron fuera porque consume».

Las familias reclaman una unidad psiquiátrica de ingreso para desintoxicación y una residencia de tratamiento o comunidad terapéutica. Dos recursos previos a la actual UPD. «No es difícil montarlo, si hay voluntad», dice A. Aseguran que con los recursos suficientes «se puede recuperar un enfermo en tres años. Cuando hay terapia y tratamiento, las habilidades cognitivas mejoran. Es una delicia que tu hijo te diga gracias o te pida las cosas por favor porque estamos acostumbrados a gritos», añade M.S.

Medio centenar
La madre está muy agradecida al trabajo que se está haciendo con su hijo en la UPD, pero considera que es insuficiente. «Trabajo en mi casa y me levanto a las cinco de la madrugada. A las diez tengo que dejarlo todo para empezar a trabajar con mi hijo, que se levante, se duche y se prepare porque a las 15 horas lo dejo en la UPD. Los meses que lleva allí han sido buenísimos, con lo que se demuestra que el tratamiento funciona. A las 18,30 horas lo recogemos y si no lo hacemos, se pierde, se va por ahí», explica.

La UPD cuenta con ocho plazas. Las familias calculan que hay una veintena de personas afectadas por patología dual, aunque aseguran que pueden haber más de medio centenar de casos.

El alto riesgo de recaídas en el consumo de drogas hace que los pacientes necesiten tratamiento de por vida. «Es como un cáncer. El tratamiento es de cinco años, pero tienes que hacerte revisiones. Si te suben los índices tumorales, te tratan y no te abandonan. No entiendo por qué la patología dual es diferente», apunta M.S.

A. recuerda que con el cierre de los psiquiátricos «los enfermos están en la calle o con las familias; nosotros tenemos que hacer de cuidadoras, enfermeras, niñeras y no tienes vida». Pidió la ayuda a la dependencia hace tres años y «aún no me han contestado; sólo puedo trabajar cuando mi hijo duerme, si tengo que cuidar de mi hijo me tienen que ayudar».

Las familias pedirán más compromiso de las administraciones. La semana que viene tienen previsto una reunión con el Consell para que se dote de más recursos para los enfermos de patología dual.