Melchor, Gaspar y Baltasar repartieron regalos, pero sobre todo mucha magia e ilusión a su paso por la localidad ‘josepina’.

Noche grande la de ayer en Sant Josep. Sus Majestades de Oriente aparecieron, desde el campo de fútbol de la localidad, para recorrer toda su arteria principal y llegar, en primera instancia, a la iglesia del pueblo y, más tarde, a la carpa montada por el Ayuntamiento en la parte baja para alegrar las Navidades de los vecinos.

Así, tras recoger a una decena de niños que los acompañaron subidos en las carrozas durante todo el desfile estuvieron repartiendo caramelos con la ayuda de los pequeños en su recorrido por el pueblo.

Esperando a la entrada
A unos metros después del campo de fútbol, de donde salía el desfile, justo a la entrada del pueblo allí esperaban. Mientras Sus Majestades llegaban, estos niños mostraron su ilusión por participar, sobre todo aquellos para quienes era su primera vez. No era el caso de María, quien, pese a todo, se declaró «emocionada» por poder volver a disfrutar del desfile.
Se trató de un acto colorido y entretenido, animado por todo tipo de tambores, saltimbanquis, monociclos y personas que jugaban con elementos iluminados de vistosos colores.

Cientos de personas acompañaron a la comitiva hasta la iglesia. Allí, los Reyes Magos y sus acompañantes adoraron un belén viviente antes de bajar hasta la carpa -ayer fue su último día abierta- para entregar una gran cantidad de regalos -unos 300- a los niños y los mayores del pueblo. Allí, encontramos a Carla, de diez años y que pidió una mochila para piscina, unos zapatos de deporte y un bebé de juguete.

Mientras sonaba el popular Jingle Bells en versión rock, Daniel también dijo que esperaba recibir una pelota de baloncesto, un coche teledirigido y un helicóptero. «Me he portado muy bien, así que creo que me lo van a traer», afirmó radiante de felicidad delante de Sus Majestades de Oriente.