Un instante de la conferencia de Maribel Martínez. | Marcelo Sastre

La psicóloga Maribel Martínez cerró ayer la XI edición de las conferencias ‘L’Aventura d’Educar en Familia’, en el Palau de Congressos d’Eivissa, ubicado en el municipio de Santa Eulària. Bajo el título ‘Las pantallas: ¿Ocio o adicción?’, la especialista dio algunas claves a los progenitores sobre cómo lograr un uso adecuado de los diferentes dispositivos electrónicos, que a día de hoy se ponen al alcance de los menores.

¿Cómo han cambiado las pantallas la educación y la manera de educar?

—Partimos de la base de que hoy en día no se puede educar a los niños como nos educaron a nosotros, porque aquel contexto ya no existe, con lo cual ya tenemos que adaptarnos. Las pantallas han venido para no irse y por tanto tenemos que entender las utilidades que tienen en el ámbito del ocio y el educativo. Hay juegos educativos, juegos interactivos, dibujos animados o aplicaciones que funcionan muy bien y pueden ser una gran herramienta de ocio, pero también puede ser un problema si no se gestionan bien.

¿Qué tipo de problema?

—Un uso excesivo de las pantallas, aquí estaríamos hablando de la cantidad de horas y de la reacción incontenible para usarlas, puede llegar a convertirse en una adicción. De hecho, la OMS en su Clasificación Internacional de Enfermedades, ha calificado la adicción a los videojuegos como un desorden de la salud mental. Estaríamos hablando de que entre un 2 y un 3 % de las personas, tanto adultos como menores, que juegan a videojuegos tienen un comportamiento abusivo y adictivo. Otro problema no es solo la cuestión de la adicción, sino con el contenido que tiene que ser adecuado a la edad y no siempre lo es. Al estar conectados a Internet, se abre una ventana de posibilidades donde puede haber violencia, pornografía y como padres se han de gestionar todas esas ventanas abiertas.

¿Se debería incluir dentro de esta clasificación la adicción a los móviles o las redes sociales?

—Sí, de hecho en terapia ya se está tratando como una adicción y es una evidencia, ya que son personas cuyo bienestar depende de tener conexión a Internet, o de poder usar el móvil, o estar pendiente de una manera excesiva de las pantallas o del móvil. En ese sentido, a veces se comete la incoherencia de decir a los niños que no usen el móvil, en según que momentos, y a lo mejor somos nosotros los que estamos con el móvil en la mesa de comer, contestando mensajes y no nos damos cuenta.

Ahora resulta común ver a un niño en un restaurante frente a una tablet o un móvil para entretenerlos ¿Qué alternativas hay?

—Por un lado, no somos conscientes de que a un niño de tres años, cuando le estamos ofreciendo la tableta o el móvil, en realidad le estamos dando lo que para él es un juguete. Por tanto, ellos automáticamente nos lo pedirán en otras ocasiones y nosotros se lo vamos a negar y eso no lo van a entender, porque sin querer lo estamos promocionando y hay que ser coherentes. Hay muchas alternativas saludables. Para empezar tenemos que tener un tiempo de calidad con los niños, que ellos aprendan a disfrutar de jugar en compañía y que la diversión no sea únicamente a través de las pantallas. En lugar de que jueguen on line con sus amigos, decirles que vengan a casa e igual que, a veces, somos incapaces de salir de casa sin el móvil, con los niños hay que llevar en el bolso juguetes adecuados a la edad del niño, para que puedan entretenerse.

En caso de detectar adicción a las pantallas ¿Qué remedio se puede poner?

—En mi charla ofrezco algunos de ellos como establecer límites, que los padres se pongan de acuerdo, tratar de no promocionarlas, ofrecer alternativas saludables o que los padres tengan información sobré qué aplicaciones utilizan los hijos y si son adecuadas o no. Hay niños que usan Youtube y la edad mínima para usarlo es 17 años, para Instagram o Whatsapp la edad mínima son los 13 años. Las edades no son aleatorias, tenemos que estar ahí con esta información y ser coherentes porque los niños no están preparados para según qué situaciones, como pueda ser el acoso, y en general darles valores y promocionar que ellos sean autónomos con la gestión de la pantalla, para que puedan hacerlo de manera saludable en el día de mañana.

¿Qué efectos generan las pantallas a nivel físico, emocional y psíquico?

—Primero hay que señalar que a todas las edades tienen consecuencias. A nivel físico se observa un problema de déficit de sueño. Chavales que se van a dormir a las dos de la mañana porque están en la cama con el Whatsapp o viendo series. A nivel emocional tienen bajo control de impulsos, de la regulación de las emociones, baja tolerancia a la frustración, son niños más irascibles, con riesgo de tener ansiedad. Luego a nivel social, son chavales que están acostumbrados a relacionarse a través de las pantallas, con lo cual desarrollan menos sus habilidades sociales y todo esto tiene consecuencias a medio y largo plazo. A la hora de su desarrollo cerebral, afecta a la imaginación o la creatividad. También son niños que tienden a ser más sedentarios, con el riesgo de obesidad que eso conlleva, y tienen unos niveles de concentración más bajos, porque están siempre superestimulados.

Resulta curioso cuando antes igual se castigaba a no salir de casa...

—Ahora a los niños, los ves sentados en la calle, cada uno con su móvil y es terrorífico realmente, el concepto de cómo se está cambiando la comunicación pero no nos tiremos de los pelos. Esto los adultos también lo hacen, todos hemos visto la terraza de un bar en el que hay cuatro adultos y cada uno está con su móvil, en lugar de estar hablando y conversando. Esto es una autocrítica que todos nos tenemos que hacer porque luego no podemos dar ese ejemplo y pedir otra cosa a los hijos.