Bustamante, cantero restaurador, en la cuesta del Rastrillo. | DANIEL ESPINOSA

El caso de Eduardo Bustamante es diferente a los que hemos tratado estos días en Profesionales al pie del cañón. Nacido en Cuenca hace 54 años no trabaja todo el año en Ibiza sino que ha pasado unos meses con la empresa Tecopsa reparando y restaurando las murallas de Ibiza, las calles de Dalt Vila, el Portal de Ses Taules y la Cuesta del Rastrillo. Y aquí le ha cogido toda la crísis del coronavirus.

Eduardo tiene una de esas profesiones bonitas y antiguas que corren peligro de desaparecer. Es cantero restaurador y especialista en devolver a la vida espacios antiguos como el entorno de la zona de Dalt Vila. Es, de hecho, y según explica con una tímida sonrisa, uno de los pocos de su especie que hay en España.

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Desarrolla su trabajo de forma artesanal y antes de que todo esto desembocara en el estado de alarma tenía su pequeño taller, puesto por la empresa y el Ayuntamiento de Ibiza, en el baluard de Santa Tecla. Y desde allí recorría todos los días los espacios donde aplicar su mortero, reinterpretar los sillares o trabajar las piedras para que todo estuviera en perfecto estado de revista cuando llegaran los turistas de la temporada de verano. El viernes, cuando estaba a punto de terminar en Ibiza, no sabía si serán muchos los que verán su trabajo. «No se en que quedara esto pero visto lo visto me da la sensación de que va a ser una temporada de verano muy complicada porque no creo que haya mucha gente con dinero para poder viajar a Ibiza», aseguró a Periódico de Ibiza y Formentera Eduardo Bustamante.

Además, durante estos días este cantero restaurador conquense también ha visto como ha cambiado su forma de trabajar. De regatear turistas del Imserso «que en muchas ocasiones no se dan cuenta de que estas agachado» a poder hacerlo con tranquilidad y sin apenas prisas. «Se ha notado mucho cambio, sobre todo porque yo estoy acostumbrado a trabajar entre grandes cantidades de gente y siempre avisando para que no pisen o dañen el trabajo y ahora puedo hacerlo con calma, sin que nadie me moleste y con tiempo para hablar durante unos minutos con otros como yo que también trabajan en las calles de Dalt Vila o la Marina».

Ya está en Murcia
Afortunadamente Eduardo ya está en Murcia, con su familia. Algo que no ha sido nada sencillo. Tenía un billete de avión comprado por su compañía para el sábado 21 de marzo que no pudo salir y finalmente pudo viajar en ferry el domingo hasta Valencia. «No fue fácil, viajé con muy poca gente, sobre todo transportistas, pero ahora ya estoy con los míos», confirmó ayer vía telefónica.