La cantante Britney Spears en la entrega de los MTV Video Music Awards en Los Angeles. | Reuters

A mi amigo Alberto le sigue Britney Spears, y Pedro Sánchez se cruza mensajes por Twitter con Miley Cyrus. El fin del mundo está cerca y esta pandemia nos da cada día señales más claras sobre cómo terminaremos nuestros días, ingeridos por un cocodrilo del Nilo en el Pisuerga, aprovechando nuestro paso por Valladolid, o engullidos por grandes masas de mascarillas y guantes post COVID-19 en cualquier playa masificada en fase 2 de la Costa Brava. Lo único bueno de esta distopía es que cada mañana encuentro un tema para escribir y poder relatarles alguna historia mínimamente interesante en esta suerte de bitácora que compartimos.

Cuando Alberto me mostró orgulloso su teléfono para que pudiese comprobar con mis propios ojos que la auténtica princesa del pop, con sus más de 56 millones de seguidores, era uno de sus 28 contactos en la red del pajarito, no daba crédito. Ni siquiera sabía que él contase con un perfil en esta red social donde nunca se ha asomado, pero ahí estaba su foto, su cuenta y la artífice de Toxic. Dos copas de vino después ya lo sabía todo el restaurante.

Lo mismo me ocurrió anoche, cuando revisando las noticias del día me topé con un tuit de Pedro Sánchez respondiendo a esa otra ‘ex chica Disney’ que haría todo lo que estuviese en su mano para fortalecer la unidad mundial contra ese maldito virus letal que ha unido a ricos y a pobres en la desgracia. En sendos casos son ellas las que han dado el primer paso para contactar con el presidente de nuestro gobierno y con el mejor patrón de nuestros viajes en barco aunque, obviamente, barro para casa y me quedo con Alberto, cuya decisión ha sido saltarse las reglas de lo políticamente correcto y rechazar seguirla a ella.

Aunque fue la estadounidense famosa por cantar sobre una gran bola de demolición quien escribió primero al líder socialista, también les he de decir que lo hizo con todos los presidentes o primeros ministros de la vieja Europa.

De pronto ha entrado en escena un nuevo personaje, Cayetano Rivera, y esa mirada azul que corta la respiración hasta a los toros para interactuar con Lewis Hamilton por su ataque a ‘la Fiesta Nacional’. Y es que hay discusiones dialécticas en las que la famosa frase de «Manolete, si no sabes torear pa´´qué te metes», viene en días como hoy como anillo al dedo.

Por aquí sigue todo igual, la gente parece haber olvidado a nuestros muertos mientras se codean en las playas y las demostraciones del dominio de nuestro inglés patrio siguen avergonzándonos ante el mundo. Y si no que se lo digan a Pablo Iglesias, quien no sé cuántos relaxing cafés con leche llevará hoy tras los memes que ha protagonizado su perorata en el idioma de la Gran Bretaña. Creo que hasta mi amiga Cris me abrazaría hoy, a pesar de su rechazo desde hace décadas al contacto físico, para consolarme, diciéndome: «¿Ves, Montse? Hay gente que lo habla mucho peor que tú y con menos gracia». Pues eso, que viva Twitter.