La artista, a pesar de su juventud, goza de un reconocido mérito en el sector cultural. Canta, pinta, baila e incluso presenta y conduce un programa de temática musical en TVE.

Maika Makovski es, para este domingo, una de las actuaciones más esperadas en el Recinte Firal de Ibiza, enmarcado en el ciclo Nits de la Terra. Y es que el concierto de la mallorquina se ha convertido en uno de los pocos eventos que el Consell ha previsto para este verano, dadas las restricciones recientes.

De padre macedonio y madre andaluza, la compositora procedente de Mallorca, con más de siete álbumes en su discografía, numerosos conciertos, un montaje teatral y un programa televisivo sobre música, es todo un referente en el panorama cultural actual. A pesar de su juventud, su prolífica carrera ha permitido que la industria la encaje en un estilo muy concreto, el indie-rock europeo.

Para ella, la música es más que una etiqueta, es una «forma de expresarse» y un completo reflejo de la vida, por lo que «su estilo pasa por momentos muy diferentes»

—¿Qué le supuso el confinamiento laboralmente?
— Justo estábamos a punto de sacar un disco. Por lo que lo tuvimos que parar en seco. Ha sido una lástima porque llevábamos mucho tiempo trabajando en ello y con muchas ganas. En principio, todos los conciertos que estaban previstos para esas fechas, se han pospuesto y están a la espera de agendarlos de nuevo, lo que es una buena noticia, aunque no deja de ser un palo gigantesco. Pensábamos tener ya en el mercado un par de adelantos, al menos, pero ahora mismo está todo parado, hasta que veamos un poco de luz y podamos tomar decisiones en frío.

—¿Qué espera encontrar en este primer concierto en nueva normalidad?
—He hecho dos conciertos desde que se acabó el estado de alarma. Uno lo hice sola en Mallorca y otro con mi banda en Tarragona, como un bolo. Creo que nos estamos ajustando todavía, porque los asistentes están como en una cárcel con las mascarillas, separados de los suyos, separados del escenario… Es muy raro verlo todo desde arriba. En un concierto de rock, es un poco una presión porque no te puedes mover, ni bailar ni saltar… Aunque nosotros desde arriba vemos que hay gente ahí, debajo de eso que les tapa la cara, hay gente que tiene mucha hambre de música y de conectar con la situación y con los demás, igual que nosotros que estamos en el escenario.

—-Hubo muchos artistas que ofrecieron cultura de forma gratuita durante el confinamiento. ¿Cree que la sociedad valorará más a este sector desde eso?
—Yo no hice nada porque, como te he dicho, no tenia ni instrumentos. Subí una canción porque lo habría hecho, aunque no estuviéramos encerrados en casa. Yo no critico a nadie por hacer lo que quiera o que le salga, aunque a estas alturas del juego ya no se cómo se puede conciencia a la sociedad de que la cultura tiene mucho valor. Muchos han dicho que lo de regalar conciertos por Instagram era una buena idea, y yo pienso que igual deberíamos mirar un poco más allá. Yo vengo de una familia musical, donde la música siempre ha estado conocida como algo muy importante y por eso sé el valor que tiene pero sé que no es algo general. A nivel personal, la música me ha aportado mucho. Pero la gente en general no se suele plantear hasta dónde llega esa cultura. Y debería.

—Con todas las restricciones recientes, ¿cómo cree que afectará al futuro cultural del país? ¿Y concretamente al musical?
—Es todo muy incongruente y me molesta mucho. No podemos nosotros dar y dar y solo recibir restricciones a conciertos, y veamos que luego en Cádiz hay corridas de toros, donde los asistentes están pegados los unos a los otros e incluso sin emplear una mascarilla. O que vayas en autobús y lo mismo. ¿Qué sentido tiene eso y dónde queda el sector cultural?