Ayer, 23 de agosto, el aeropuerto no presentaba el mismo nivel de afluencia que el año pasado en las mismas fechas. | Marcelo Sastre

Tras la imposición de la cuarentena británica y restricciones en otros países, el turismo de las Islas Baleares se ha visto sacudido por un torbellino de cancelaciones masivas de países de todo el continente europeo. Y es que las consecuencias de la pandemia del coronavirus se han cebado principalmente con este sector, una de las principales fuentes de ingresos de nuestro país.

Cuando finalizó el estado de alarma, las predicciones para este verano eran poco esperanzadoras. Sin embargo, el herido sector turístico intentó tirar hacia delante con el apoyo del Gobierno y de las Comunidades. Primero se abrió el espacio Schengen y, posteriormente, Baleares animó a un adormecido turismo alemán mediante un programa de prueba en exclusiva.

Con el mercado internacional confiante, y el apoyo del turismo nacional, los empresarios del secto tenían esperanzas en poder sacar la situación adelante. Sin embargo, a medida que las semanas han ido pasando y la situación de la pandemia en España ha ido empeorando, el turismo está asistiendo a su propio declive.

Menos gasto
Evidentemente, y como era de esperar, el gasto que efectuaron los turistas que viajaron a España, se redujo considerablemente. En Ibiza, por ejemplo, fueron muchos los que escogieron una casa de alquiler o quedarse en casas de familiares en lugar de reservar una habitación de hotel, probablemente asustados por el contagio en locales.

Tras el decreto de la cuarentena británica y el avance en las restricciones de países como Grecia, Alemania o Italia, el turismo internacional en la mayor de las Pitiusas es cada vez más reducido. Ayer, domingo 23 de agosto, el panorama en el aeropuerto de es Codolar era muy atípico: en llegadas, no había operarios de TUI o JET2 esperando a sus clientes y la afluencia de turistas que cogían un taxi o esperaban al autobús era considerablemente menor que años anteriores por estas mismas fechas.

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Laura y Alba, por ejemplo, llegaron desde Barcelona a pasar 5 días en la isla, alojadas en unos apartamentos en Platja d’en Bossa. «No nos da miedo Ibiza, venimos de veranear en Alicante y hemos visto como la gente sí que usa las mascarillas. No hay que ser alarmistas», explicaron las jóvenes.

Y es que, la diferencia entre el volumen de turismo nacional y el internacional en las llegadas, era muy notorio. Mientras que los vuelos aterrizados procedentes de Bilbao o Alicante traían muchos pasajeros, otros como los de Italia o Stansted (Londres) iban bastante más vacíos.

Restricciones
Pocos son los turistas británicos que, tras decretarse la cuarentena para viajeros procedentes de España, pueden permitirse viajar a nuestras islas. Joe, por ejemplo, puede hacerlo porque «no trabaja». El joven, procedente de Londres, contó a Periódico de Ibiza y Formentera que, puesto que su novia y él se habían quedado sin trabajo, podían permitirse no salir de casa dos semanas al llegar. Sin embargo, admitió que si su situación fuera otra, «seguramente no se lo habría podido permitir».

En esta misma línea se expresó Jenny, que trabaja de freelance en el sector de la moda. «Yo trabajo siempre desde casa, así que no cambia mucho mi situación», concretó. Procedente de Southampton, veranea desde «hace un par de años» en la isla. Junto con una amiga, ha decidido alquilar un Airbnb en el casco histórico porque, según afirman, es mucho más barato que un hotel.

Italia, por su parte, decretó la semana pasada la obligatoriedad de una PCR negativa para los nacionales que volvieran desde España. Sin embargo, esta medida no frenó a familias como las de Tony e Ilaria que, junto con sus dos hijos, no quisieron perderse la oportunidad de venir, «ahora que la isla está más vacía». Los cuatro se hicieron la prueba voluntariamente antes de venir y cuando vuelvan, lo harán de nuevo. La pareja suscribió que tampoco tenían miedo de contagiarse aquí: «Hay que tener cuidado en todos los sitios y ya está. No hay más que ponerse la mascarilla», sentenciaron.

Independientemente de las cifras crecientes de contagio, el turismo ha dejado de venir a la isla. Sin embargo, esta se ha tenido que adaptar al que, probablemente, haya sido su peor verano. A 24 de agosto, muchos establecimientos de la planta hotelera han anunciado sus cierres para principios de septiembre y muchos de ellos, tal y como se espera, tampoco superarán la primera quincena de ese mismo mes abiertos.