Uno de los momentos del concierto que ofreció Amaia el jueves. | Toni Planells

Acudir a un concierto de Amaia puede suponer cierta carga de prejuicios ante una artista surgida de esa factoría de estrellas mainstream que es OT. Pero no pasa nada, solo hay que dejar que empiece a sonar su voz y su música para que se disuelva cualquier recelo, y demostrar una vez más que los prejuicios tienden a inducirnos al error. La dulzura de su voz y la sensibilidad y sinceridad de sus temas te encogen el pecho. Pop dulce en castellano de calidad, al nivel de las mejores formaciones indies del país. Letras que hablan del mundo de una veinteañera millenial, con sus redes sociales, sus contradicciones y frustaciones, de manera tan delicada como, en ocasiones, descaradamente deliciosa.

El público ya había llenado, todo lo que las circunstancias permitían, la terraza del Hotel Santos. Mientras se iba acomodando en sus mesas, León Benavente, Miss Cafeina, Stereophonics o Las Ginebras con su versión de Con altura de Rosalía sonaban desde la mesa de mezclas de la DJ Lola Bondage. No tardó en subir al escenario Pere Navarro, encargado de telonear a la artista de la noche, con una serie de temas de su próximo disco que, como tantos otros, la pandemia tiene confinado. Un teclado, un ordenador con bases pregrabadas y su trompeta le bastan a este brillante músico de jazz para demostrar su talento, en una exibición de talento que evocó a algunos el mítico y revolucionario Doo-Bop de Miles Davis.

Diego Calvo, CEO de Concept Hotel Group, subió al escenario para agradecer la asistencia del público, lamentar la situación que estamos viviendo y dar paso a la artista de la noche. Amaia subió al escenario cruzando la terraza entre el público. Saludó con la simpatía que la caracteriza, agarró la guitarra y empezó el concierto. Su voz de cristal neutralizó cualquier prejuicio en sus primeros tonos.

Tras tocar por primera vez en directo Nadie podría hacerlo, de su último disco Pero no pasa nada, dejó la guitarra, se sentó al piano y sonó blues. Amaia, con su voz delicada, versionó el tema Basin Street Blues, de ese Louis Armstrong que tanto partido sacó a su voz rota.

No fue la única versión de la noche ni la única sorpresa. Sola ante el piano se aventuró con una copla, homenajeando al mismo tiempo a Marisol y a Isaac Albéniz. ¡Extraordinaria! Acabó el concierto con dos versiones más, Qué nos va a pasar, de la que recalcó la belleza de la letra de La buena vida, y Perdona, el tema de Carolina Durante en el que ella misma colabora en su versión original y mucho más cañera.

Para los bises se quedó corta a la hora de prever con cuántas canciones se daría por satisfecho el público, que pedía más y más. La última, que improvisó sobre la marcha, se la dedicó a dos célebres amigos, Javier Ambrossi y Javier Calvo, ‘Los Javis’, que no perdieron detalle de su concierto.