Vicente Segovia, ayer en el gimnasio Fraile de la calle Aragón de Vila. | Marcelo Sastre

Los gimnasios se han llevado la peor parte con las nuevas restricciones. A pesar de que sus responsables aseguran que han cumplido todas las medidas sanitarias escrupulosamente durante la pandemia, a pesar de que se consideran un sector esencial para la población y a pesar de que se han sido calificados como espacios seguros, a estos negocios solo les queda la opción de bajar la persiana al menos hasta febrero. Es el caso de la cadena de gimnasios Fraile, cuyo propietario, Vicente Segovia, cerrará hoy los 12 que tiene en Ibiza.

—¿Se puede decir que es la puntilla para este sector?
—El cierre es prácticamente la destrucción final, y además se produce justo en el momento en que mucha gente se estaba animando a venir a los gimnasios después de las fiestas, como ocurría cada año por estas fechas.

—¿Cómo afrontará este nuevo escenario?
—Es un desastre. Nosotros ya tuvimos que cerrar dos locales el año pasado y registramos un 70% menos de ingresos en relación a 2019. Ahora veremos cómo salimos adelante porque la situación se agravará más, y para los empleados también.

Noticias relacionadas

—¿Ha recibido algún tipo de ayuda?
—Al principio de la pandemia se abrió algo la mano para los créditos, pero ahora los bancos te lo niegan y la ayudas no llegan por ningún lado. Estamos completamente abandonados y ya no tenemos confianza porque, por mucho que digan los políticos, las ayudas no se las están dando a todos los que la solicitan y esto va a desembocar en una ruina total porque mucha gente ya no tiene ahorros para afrontar este invierno.

—Y hay muchas deudas pendientes...
—Así es. Esto es un gran problema que aún no ha salido a la luz, pero a partir de ahora vamos a ver a mucha gente que no ha podido pagar los alquileres ni casi nada en un año, que no han recibido ayudas de nadie y que deben afrontar seguros e impuestos. Y todo esto va a acabar en un aluvión de demandas porque los propietarios de los locales quieren cobrar las deudas o recuperarlos, pero muchos empresarios han realizado grandes inversiones para renovarlos y ahora tienen un grave problema por delante. Aún no se sabe nada de la catástrofe que hay detrás de esta situación.

—Horizonte muy negro...
—Sí. Esto es verdadero un desastre, un problema enorme porque ya estábamos bajo mínimos y ahora viene el remate.