Néstor González, en Can Misses. | Marcelo Sastre

La ocupación de la Unidad de Cuidados Intensivos se ha convertido en uno de los indicadores fundamentales para determinar la situación de un territorio durante esta pandemia provocada por la COVID-19. En Ibiza, la tercera ola fue devastadora y elevó las cifras de una UCI que todavía no se ha recuperado y que sigue presentando una ocupación muy alta. Ayer eran 12 los pacientes que estaban en esta unidad a causa del coronavirus.

Entre las personas que han tenido que luchar contra este virus desde la unidad de críticos se encuentra Néstor González. Este médico intensivista recuerda la llegada del virus a la isla: «Al principio no teníamos demasiada información. Veíamos que en Madrid se descontrolaba la cosa, pero yo no pensaba que nos fuese a llegar a nosotros». «Cuando tuvimos los primeros ingresos ya nos empezó a dar más susto», confiesa.

«En la primera ola fue complicado, cambió mucho la dinámica de trabajo. Había muchas personas que nunca se habían puesto el buzo, los tratamientos cambiaban cada poco porque no había un tratamiento conocido y se iban siguiendo las recomendaciones, estaba la incertidumbre de no saber hasta dónde íbamos a llegar. Era el día a día y como podíamos. Cada día salía información nueva», asegura González antes de señalar que se pasó de las 12 camas que tenían habitualmente a albergar 22 pacientes.

«Nuestro primer paciente ingresó de planta y automáticamente vino el segundo en una situación muy grave, tuvimos que correr mucho y así fue prácticamente durante toda la primera ola, ya que muchos venían directamente de sus casas a la UCI”, recuerda.

Los primeros meses fueron complicados por esta incertidumbre, pero desde la UCI reconocen que «a base de tratar pacientes, la dinámica ya es más fluida». «En la UCI ya habíamos tenido mucho trabajo, pero nunca de esta magnitud», recalca.

Los meses del confinamiento fueron pasando y la UCI quedó prácticamente vacía. Parecía que volvía una cierta normalidad, pero nada más lejos de la verdad. Llegó una segunda ola y una tercera de la que todavía no se ha recuperado por completo. La gerencia del hospital se vio obligada a implementar diferentes fases del plan de contingencia ampliando la UCI hacia la zona de quirófanos. Ahora, está en fase de repliegue, pero todavía no ha vuelto a su espacio natural y se sigue utilizando la zona de Cirugia Mayor Ambulatoria para pacientes graves no covid.

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Tercera ola
«La tercera ola fue devastadora porque también hubo mucho sanitario afectado, entre ellos yo, y no se podía atender la saturación», señala González. Cabe recordar que en los momentos más duros del mes de enero hubo unos 200 sanitarios de baja por ser positivos o contacto estrecho. Además, en su caso, reconoce que, aunque finalmente fue leve, pasó «miedo porque has visto pacientes con el virus y sabes lo que hace». Una preocupación que se terminó convirtiendo en frustración por no poder ayudar a sus compañeros en los momentos más duros de la pandemia en las Pitiusas.

Además de ampliar las camas en la UCI, se tuvo que recurrir a personal de Palma para hacer frente al alto número de pacientes graves. Esto no fue suficiente y hubo que trasladar pacientes críticos a Son Espases en helicóptero. «Sientes frustración porque te siguen llegando enfermos y no tienes dónde meterlos, ni personal para atenderlos. Entre las bajas y exprimir un sistema que ya está carente de personal, la tercera ola nos pilló muy apurados porque, además, la UCI no estaba vacía de la segunda ola», lamenta el intensivista.

La Sanidad, lo primero
González es pesimista en cuanto al futuro próximo y mira con preocupación la Semana Santa. «Cada vez que escuchamos salvar algo, nunca es la Sanidad. Se salvó el verano, la temporada, la Navidad… todo menos la Sanidad. Hasta que no tengamos controlado el ámbito sanitario, no pueden medrar el resto de ámbitos», defiende. «Esperemos que la vacunación vaya paliando la situación, pero creo que todavía nos quedan meses que no serán fáciles», afirma.

En esta línea, señala que «no hemos aprendido. Se oye a algunas personas decir que hay que salvar la Semana Santa y llevamos tres olas. No sé si podemos resistir una cuarta ola. Estamos muy cansados. Creo que globalmente en las Islas estamos bastante bien y abrir las fronteras sería una temeridad». «Yo hablo como médico. Sé que hay personas que económicamente lo están pasando mal», explica.

Además, reconoce que es muy difícil desconectar cuando sales del trabajo porque «todo es coronavirus». «Intento ver la televisión lo menos posible porque es de lo único que se habla. Es todo muy monotemático».

Por último, quiso poner de relieve el trabajo de sus compañeros: «Al ver todo lo que hemos pasado, se nota mucho el buen equipo que tenemos en la UCI».