Michel Sánchez, en el monolito que da nombre al parque. | Marcelo Sastre

Michel Sánchez Riera es hijo de Celestino Sánchez Hernández, el albaceteño que se estableció en Talamanca en el año 2000 y que creó con sus manos, y también con la aportación de vecinos y hoteles del barrio, un parque de 2.500 metros cuadrados en la calle Pla de Vila, en Talamanca. El nombre oficial es Parc de Celestino Sánchez, pero nadie lo conoce así y no aparece en Google, en ningún directorio ni en ninguna guía ni página web. Es como si no existiera.

Michel y su hija Paula, nieta del artífice del parque, reivindican no solo que se dé visibilidad en los medios a esta zona verde, sino que sea mantenida y cuidada como hacía Celestino, que trabajó durante muchos como capataz de la central eléctrica del aeropuerto de Ibiza.

«El parque está abandonado. Cualquiera puede venir a verlo. Últimamente ha llovido, pero sigue seco, con malas hierbas y con un descuido total. Esto no ocurría cuando vivía mi padre porque él era el que lo cuidaba todo», expresa Michel, que quiere poner en valor el nombre que se dio al parque porque, además, contó con el apoyo unánime de todos los partidos cuando se inauguró, en enero de 2013.

Celestino falleció en diciembre de 2015 y desde entonces el parque ya no luce como antes. «Además, en los medios de información, webs o guías etcétera no aparece este nombre, y ni siquiera los propios taxistas saben dónde está el Parque de Celestino Sánchez, que es su verdadera denominación, no el parque de Ses Figueres de Talamanca», explica Paula, que lamenta esta omisión y desea honrar a su abuelo con el reconocimiento del nombre oficial del jardín que creó: «Esta situación actual nos da tristeza».

«Ningún taxista sabe dónde está, lo hemos comprobado; pero, por ejemplo, cuando pides que te lleven al Parque Reina Sofía o al Parque de la Paz, te llevan a esos parques, no al parque de las murallas de Ibiza o al parque del antiguo campo de fútbol de Ibiza, por ejemplo», expone Michel, que subraya que todos los alcaldes y alcaldesas que se han ido sucediendo en Vila le han respaldado.

De vertedero a jardín

Celestino Sánchez llegó a Talamanca en el año 2000, y desde su casa veía que el terreno era un vertedero lleno de escombros. Decidió arreglarlo e inicialmente creó un huerto en un extremo, donde sembraba tomates que luego repartía entre los vecinos. Poco a poco, fue construyendo y plantando árboles y plantas con sus propios recursos, y en ocasiones también con la colaboración de hoteles cercanos como el Ses Figueres, el Simbad o el Argos, entre otros, que le daban dinero para comprar los árboles.

«Al principio solo había los pinos, lo demás lo plantó él: las mimosas, las palmeras, las higueras, un naranjo… Además, el parque presentaba una inclinación peligrosa para los niños y mi padre decidió construir una rampa para darle seguridad», relata Michel, que recuerda un episodio con la concejala Sandra Mayans, a quien Celestino le repitió una y otra vez que la rampa era peligrosa porque los pequeños se caían constantemente: «Un día la concejala le dijo que la obra valía 400.000 pesetas y que el ayuntamiento no la podía costear, y mi abuelo dijo que no hacía falta que la pagara, que él lo haría. Recogió piedras y materiales de obras cercanas que le daban para hacer la rampa y la hizo con sus manos, así como las paredes de piedra. Todos le ayudaban para que pudiera construirlo, como el capataz de una obra en una parcela anexa, que le prestó una máquina y dos camiones para explanar el solar».

El ‘alcalde’ de Ses Figueres

Celestino se buscaba la vida y todos los vecinos le adoraban. Es más, muchos le llamaban el «alcalde de Ses Figueres de Talamanca» porque era amigo de todos los residentes y empresarios y se relacionaba con todo el mundo. «En el ayuntamiento le hacían caso porque era muy insistente y pedía que vinieran los jardineros cuando veía que era necesario. Llamaba una y otra vez hasta que le hacían caso y venían», rememora su nieta.

La figura de Celestino es asimismo reconocida en la localidad albaceteña de Bogarra, su pueblo natal, donde su tenacidad, su esfuerzo y su generosidad han tenido un amplio eco en las páginas de la prensa manchega. Sus familiares de Ibiza esperan ahora que su legado se mantenga cuidado y que su nombre salga a la luz como el de cualquier otro parque.