Un momento de la bendición de carros tradicionales que tuvo lugar este sábado por la mañana. | Daniel Espinosa

«Había ganas de celebrar Sant Cristòfol», decía Juan Antonio Marí a la carrera. Iba sirviendo las mesas del bar 2 TT mientras Jon Michel, a la guitarra acústica, iba recorriendo su repertorio de canciones para la parroquia local, formada por ibicencos y turistas. Es Canar ha sido una de las zonas con menor actividad hasta la llegada de los turistas ingleses a la isla. Este sábado era la jornada ideal para dar gracias a su patrón por el trabajo y pedirle por la salud.

La pequeña capilla de Sant Cristòfol fue el primer punto de encuentro para celebrar las fiestas. El administrador diocesano, Vicent Ribas, presidió la misa solemne, en la que recordó la importancia de las pequeñas capillas que salpicaban la isla junto a los caminos y daban servicio a los feligreses más alejados de los pueblos.

[Las mejores imágenes de Sant Cristòfol, Día Grande de las Fiestas de Es Canar.]

A la salida, el desfile de carros hizo sonar sus cascabeles, este año en pequeño formato, ya que cuatro carretas recorrieron es Canar para mantener la tradición.

Música para amenizar

La música fue protagonista el sábado por Sant Cristòfol y también lo será en la jornada de este domingo.

Seis cantantes y grupos se van distribuyendo entre los restaurantes de la zona para amenizar con sus acordes es las fiestas de Es Canar. Un plan, si todavía no lo tiene para el domingo, es tomar el aperitivo en las terrazas de es Canar, como hacían este sábado a mediodía, vecinos de la zona y turistas tomando posciones en las terrazas hasta el inicio de la II Fira Mundial de la Paella.

Esta edición se tenía que celebrar en terraza, con mesa y mantel, a diferencia de la anterior a la pandemia que se celebró en un descampado, con casetas, algarabía y cata de paellas acá y allá. Uno de los objetivos de este año con la celebración de la feria de las paellas en los bares es ayudar a la hostelería, un sector muy castigado por la crisis derivada del coronavirus.

En la terraza del bar 2TT tocaba su guitarra acústica Jon Michel, con clásicos en inglés del siglo pasado. Removiendo la paella que preparaba el bar estaba Andrés Coll, hijo de los dueños, al que como buen ibicenco en los veranos le toca trabajar al terminar la univeridad. Estudia Turismo en la extensión de la UIB de Ibiza, pero confiesa que lo suyo es la música. Toca el vibráfono y ensaya con la conocida saxofonista afincada en Ibiza Muriel Grossmann. Quizás el dinero esté en el negocio familiar pero la música es lo que más le tira. En materia de paellas, para él la picada es fundamental.

Mientras sonaban Los catalizadores, con sones latinos y rumbas, Delia degustaba su plato de paella sentada en la terraza del estaurante La Perla. Echaba de menos la dinámica de la Fira de la Paella anterior a la COVID, «probabas muchas más paellas, este año será sólo una», lamentaba. A pesar de todo veía importante participar en los eventos de esta jornada en el núcleo urbano en el que vive. La acompañaba a la mesa Pablo, ambos con sus respectivas hijas, Daniela y Anaís. ¿La paella qué tal? «Muy buena», valoraba la gourmet Anaís, usando como cuchara una concha de mejillón.