Karen Killen, en las inmediaciones del puerto de Vila, a principios de la semana pasada. | Toni Planells

Karen asegura encontrarse bien tras más de 20 días haciendo ayuno. «En algún momento me siento un poco débil y tengo un mal sabor en la boca», afirma. Son los únicos inconvenientes que reconoce la activista, que solo ingiere «algún sirope y azúcar, sobre todo para poder mantener mis facultades mentales». También se viene haciendo chequeos para comprobar que su salud no se resiente. Su perseverancia evidencia que no.

Karen no fue la única que se implicó en la iniciativa el pasado 28 de agosto en Ibiza. ueron hasta media docena las activistas que se sumaron. Por distintas razones, sus compañeras tuvieron que abandonar el ayuno de manera que, a día de hoy, Karen es la única que lo mantiene por el momento en Ibiza. «Yo tengo reservas para aguantar», admite con humor para recalcar que «de momento el ayuno es de tiempo indefinido».

La reclamación principal de Karen va dirigida a la celebración de una asamblea ciudadana, «que sea vinculante, porque la que se hizo el año pasado en Francia fue muy bonita. Se llegaron a presentar hasta 145 propuestas de ley, pero el problema es que después el gobierno no hizo ni caso», reclama Killeen. Sobre la asamblea ciudadana que ya convocó el Gobierno español antes de la llegada de la pandemia, Killeen tampoco se conforma: «Es una asamblea on line y solo es de recomendación, no vinculante. Es como tirarte una migas».

«Los gobiernos son cortoplacistas y están a merced de los mercados y de los lobbys. Por eso, no se atreven a las decisiones que son necesarias”. Killen reconoce que esas decisiones necesarias «pueden ser impopulares» y pone como ejemplo lo sucedido en Francia con la subida del precio de la gasolina que llevó a cabo Macron y que acabó incendiando las calles de París. Es por eso que defiende la fórmula de la asamblea ciudadana. «Estas cosas tienen que salir de abajo, del pueblo, porque sino este tipo de medidas no se aceptan», afirma. Pone como ejemplo la manera en la que en su país de origen, Irlanda, se solucionó de esta manera el delicado debate sobre el aborto: «De esta manera se solucionó un problema que llevábamos arrastrando durante años y que ninguno de los gobiernos se atrevió a afrontar; era un tema tabú».

La asamblea ciudadana es la principal reclamación de esta protesta. Sin embargo, Killeen admite que otra de las intenciones de la protesta es «visibilizar, poner sobre la mesa y concienciar a la sociedad sobre el problema del cambio climático» ya que «ni gobiernos ni medios de comunicación le están dando la importancia que se merece al cambio climático».

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En este sentido, pone un ejemplo muy gráfico: «Si se acercara un meteorito cada día, estaría en todas las portadas de los medios de comunicación y en la agenda de todos los gobiernos. Se está acercando un colapso de las mismas dimensiones y nadie está haciendo nada: ni gobiernos ni prensa».

Reprocha la actitud de confianza ciega en que la «tecnología acabará capturando todo el CO2 de la atmósfera y acabará con el problema», y recuerda que esta tecnología todavía no existe pero la amenaza sigue creciendo. «Hay que actuar», insiste. «Debemos escuchar y confiar en la ciencia», reivindica la activista, quien recuerda que los datos científicos en cuanto al calentamiento global «pronostican un aumento de más de un grado durante esta década y hasta dos grados antes de 2050». De esta forma, antes de tres décadas ya llegaríamos al «umbral que no podemos superar, esto con las emisiones que ya hemos emitido. No podemos emitir más».

El carácter crítico y realista de esta mujer respecto al cambio climático, apoyado en los informes del Panel por el Cambio Climático (IPCC), fulmina cualquier atisbo de optimismo: «La cosa va a ir mal sí o sí, por lo menos durante los próximos 30 años». Aún así, sigue llamando al activismo climático: «Aunque no haya solución, eso no justifica la falta de acción. Cada décima de grado supone muchas vidas y lo que separa a muchas especies de la extinción», precisa.

Informe
Desde el movimiento Scientist Rebellion, hermanado con Extinction Rebelion, Killeen explica que han filtrado un informe que habla de que «el desarrollo económico industrial, de crecimiento infinito, es insostenible». Pero desde el movimiento sospechan que este informe de la IPCC, filtrado pero todavía no publicado oficialmente, no se hará público antes de la celebración de la Conferencia sobre el cambio climático organizada por la ONU el próximo noviembre en Glasgow. En cuanto a si llegaremos a tiempo para solucionar este problema global, Killen opina que «si no actuamos ya, no creo». Y de manera tajante sentencia: «La gente dice que hay que tener esperanza, pero yo no creo que haya que tener esperanza. Lo que hay que tener es coraje».

La protesta de Karen añade otra reivindicación derivada, ésta de manera personal, que es la de animar a todo el mundo a luchar por esta causa. Y es que la activista se muestra también crítica con quienes «viven al día sin preocuparse». «Vivo rodeada en Ibiza de personas muy espirituales, que hacen yoga y meditación, que reciclan y piensan que con esto es bastante. No quieren ver lo que pasa. Reciclar, hacerse vegana y plantar un huerto sirve, pero no es bastante», expone. En este sentido, anima a «toda esta gente» a ir a Madrid para unirse a la «ola de rebelión» que Extinction Rebelion organiza allí del 18 al 25 de octubre. «Es ahora o nunca», concluye.