El edificio de los Don Pepe vallado y con vigilancia 24 horas. | Toni Planells

Desde que las 29 familias del edificio A de los apartamentos Don Pepe fueron desalojadas, una docena de ellas viven temporalmente en los apartamentos Bon Sol, que el Ayuntamiento de Sant Josep ha puesto a su disposición durante dos meses, prorrogables a otros dos meses más. Allí ha sido donde han pasado, que no celebrado, las fiestas navideñas de este año.

Silvia Hernández es la representante de la comunidad de vecinos de estos apartamentos, que tuvo que abandonar en el primer desalojo, de las escaleras 1 y 2 en 2020. Le basta una palabra para describir el estado de la mayoría de sus vecinos de las escaleras 3, 4 y 5: «Destrozados». «No se encuentran. No están en su casa y han tenido que pasar las fiestas entre cajas llenas de sus cosas», explica Hernández, quien además habla de la incertidumbre en la que se encuentran con las complicaciones que tienen a la hora de buscar una vivienda debido a los precios exagerados del metro cuadrado en Ibiza. «Muchas familias se encuentran en una situación económica delicada. Además, han salido de su casa con una mochila de unos 500 euros que todavía les complica más poder encontrar una vivienda cuando tengan que dejar los apartamentos Bon Sol». Hernández habla de una «mochila» formada por los pagos que deben afrontar la mayoría de los vecinos desahuciados ya que «deben seguir pagando la hipoteca, el enganche de la luz, el agua y toda una serie de gastos que se suman al de tener que afrontar el pago del alquiler de una vivienda». En este sentido, Hernández recuerda a algunos de los vecinos de las escaleras 1 y 2 que «ya están arruinados; tienen que afrontar los pagos como pueden, pidiendo ayuda a familiares y amigos».

Con la dura experiencia del desalojo ya madurado durante dos años, Hernández empatiza con sus vecinos de las escaleras 3, 4 y 5: «Es un dolor muy grande, están pasando un duelo muy duro».

Apartamentos provisionales. Marta Hernández muestra la zona del fregadero en la que hay escapes de agua. También tiene quejas de la humedad que sufre el edificio, de que la electricidad salta «cada dos por tres», y del estado de limpieza.
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A este dolor, explica Hernández, «hay que sumarle la frustración y la impotencia de saber que tenemos razón. La rabia de saber que se podría haber parado sólo con voluntad política y que lo que hizo el alcalde fue echarnos de nuestras casas e irse de vacaciones al día siguiente».

Bon Sol
Entre la docena de familias que se alojan temporalmente en los apartamentos Bon Sol se encuentran Marta Rodríguez y Raúl Arenas. Vivían en el portal 5, en el 5º 1ª del edificio A de los Don Pepe y allí hubieran celebrado las navidades con las hijas de Marta, de 13 y 10 años, de no haber sido desalojados. Estas Navidades han tenido que quedarse con su padre en Asturias: «Este apartamento solo tiene una habitación y no puedo tenerlas durmiendo en el sofá», explica Marta, que señala como una de las razones por las que sus hijas viven con su padre el hecho de «no tener vivienda».

Esperanzas
Asegura que tiene «la esperanza de volver» al piso del Don Pepe, en el que Raúl, su pareja, vive desde 2006 y por el que sigue pagando la hipoteca al banco cuyo «tasador dio el visto bueno al piso hace menos de 20 años». No obstante, no se declara muy optimista a corto plazo a la hora de encontrar una vivienda para dejar la vivienda provisional que les ha ofrecido durante unos meses el Ayuntamiento. «Lo más barato que hemos encontrado son 1.400 euros al mes, más cuatro meses de fianza por un piso con una habitación, salón y cocina», asegura mientras hace cuentas de lo que ingresan en su casa: «Yo cobro la ayuda de 400 euros y mi pareja, que también está en paro, 1.000 euros. Si le sumas que seguimos pagando la hipoteca, la luz y el agua del piso del Don Pepe, ¡imagínate!».

Sobre la estancia provisional que están pasando en los Bon Sol no les está suponiendo precisamente agradable, tal como asegura Marta, «todo pierde agua, la nevera está hecha un asco, el piso estaba sucio, las paredes están negras de moho; ésta la limpié ayer y hoy ya está negra otra vez», señala. No solo en cuanto a la limpieza de los pisos andan las incomodidades de los vecinos de Sant Josep desalojados: «El agua caliente no dura ni para lavarse el pelo y el cuerpo en la misma ducha; hay que hacerlo por partes. Si pones el extractor de humos salta enseguida el automático y luego hay que esperar a que venga una persona de mantenimiento de los apartamentos para que venga a subirlo. En Nochevieja hubiera hecho gambas para cenar, pero entre que no puedo poner el extractor y no hay horno al final cenamos huevos fritos con patatas y una botella de sidra». No deja de hacer broma y reír «por no llorar» enumerando más y más defectos e incomodidades del apartamento «pensado para turistas unos días en verano, no para familias todo el año». Sin dejar el tono humorístico, Marta se despide con una carta a los Reyes Magos muy simple: «Lo único que quiero para Reyes es mi casa», concluye.