La fuente central del parque, donde se sitúa el monumento a la paz, lleva cinco años sin luz. | Irene Arango

Si hay un espacio verde conocido en Ibiza ese es el Parque de la Paz. Levantado sobre el antiguo campo de fútbol de Sa Graduada, fue uno de los proyectos estrella del Gobierno del popular Enrique Fajarnés. Es el único pulmón verde de la ciudad y, a lo largo de estos 27 años, ha acogido todo tipo de eventos, como las manifestaciones contra la guerra en Irak de 2003, las victorias del Real Madrid o el Barça, cine durante el verano o fiestas.

Pero hoy este emblemático parque sufre numerosos problemas para los que sus usuarios, sobre todo los vecinos del barrio del Clot, esperan soluciones desde hace demasiado tiempo. El presidente de la asociación de es Clot, Pepe Pérez, relata carencias que resultan incomprensibles. La fuente central del parque, sobre la que se sitúa el monumento a la paz, «lleva cinco años sin luz». A pesar de que la asociación ha denunciado esta situación en numerosas ocasiones al Ayuntamiento del socialista Rafa Ruiz, nada se ha hecho al respecto.

Pérez explica que «el problema es que la instalación es muy obsoleta y ya no hay repuestos». Y se pregunta: «Si tú compras una lavadora para tu casa, se estropea y ves que no hay repuestos, ¿qué haces? ¿No te compras otra nueva?».

El presidente de esta asociación de vecinos admite que la relación con el Ayuntamiento, en general, «es buena». Pero también critica que, aunque a todas sus propuestas les responden afirmativamente, «al final siempre son soluciones a medio o largo plazo». «Tardan demasiado», añade, «y lo de la iluminación de la fuente es un buen ejemplo».

Emblema del barrio

El monumento, recuerda, fue instalado en este parque «porque los vecinos de Macabich no lo querían donde se hizo luego la fuente y al Ayuntamiento se le ocurrió que esta era una buena ubicación». Para el barrio se ha convertido en un emblema y de ahí que les duela ver cómo el Consistorio no presta atención a su mantenimiento.

Lo mismo sucede con los focos soterrados que dan a la avenida Isidor Macabich. «Cuando uno se funde», asegura Pérez, «no se puede hacer nada porque tampoco hay repuestos. «A mí me gustaría saber», añade, «dónde está ese superávit del Ayuntamiento del que tanto presumen porque si luego no son capaces de arreglar cosas tan básicas...».

La iluminación de la zona trae de cabeza a los vecinos. La lista de quejas de Pérez se amplía con la farola que debe dar luz a la zona infantil. Una farola cuyos focos es difícil dirigir hacia el lugar que más luz debería recibir.

Esta zona infantil, como tantas otras de Vila, no parece hecha para ser disfrutada en los meses de más calor. «Es verdad que una parte está protegida por los árboles», denuncia Pepe Pérez, «pero hay otra que no y es imposible estar ahí con los niños cuando comienza el calor». Ante esta situación, han pedido al Ayuntamiento una solución. Pero temen que, como con el resto de sus denuncias, la respuesta no vaya más allá de las buenas palabras. Y Pérez insiste: «¿De qué sirve que el Ayuntamiento tenga superávit económico si el dinero no se usa para estas cosas?».

El estanque verde

Uno de los elementos más llamativos del Parque de la Paz, por otro lado, es el estanque ubicado junto al monumento a la paz. La instalación está llena de verdín y residuos a pesar de que cuenta con un sistema de limpieza propio. «El Ayuntamiento dijo que mejoraría mucho pero la realidad es que no vemos ninguna diferencia», denuncia el presidente de la asociación de vecinos del barrio.

Un par de patos son los inquilinos habituales de este espacio. Fue en 1999 cuando el Consistorio decidió introducir estos animales en el parque con el fin de poner solución a las quejas de los vecinos por las numerosas ranas que habían invadido el estanque. «Aquí ha llegado a haber familias de patos», recuerda ahora Pepe Pérez, «era divertido verlos atravesar los caminos con la mamá delante y los hijos en fila. A los niños les gustaba mucho. Pero ahora solo quedan estos dos. Alguien se ha ido llevando los otros y seguramente habrán acabado en alguna olla».

Buena parte de los usuarios del parque son personas mayores que buscan sobre todo tranquilidad y un lugar en el que socializar. Para ellos reclamó la asociación de vecinos al Ayuntamiento un espacio adecuado. La respuesta del Consistorio fue instalar unas lonas para dar sombra y unos bancos. Pero el problema no tardó en aparecer. Alguien rajó los toldos y el Ayuntamiento los reparó. Los vecinos propusieron al Consistorio la solución de elevar estas velas instalándolas en postes más largos, de tal manera que «si alguien quisiera rajarlas de nuevo, tendría que utilizar una escalera y sería más fácil pillarles».

El Gobierno de Ruiz, como con todo, les dijo que lo haría pero aún siguen esperando. Algo que a Pérez ya no le sorprende. Y más cuando recuerda, entre risas, que conseguir adecuar este espacio para los mayores le costó «dos alcaldes y cuatro alcaldesas».

Sensación de inseguridad

A la pregunta de si se ha incrementado la inseguridad en el parque o en el barrio, Pepe Pérez responde que no. Pero con matices: «Es verdad que no ha sucedido nada grave en estos años. Pero sí que tenemos la sensación de inseguridad». El motivo es que el Parque de la Paz se ha convertido también en punto de cita para los indigentes que pernoctan en el cercano albergue provisional de Sa Bodega.

Pero también para «muchos de estos chicos que llegan en pateras y que los dejan en la calle sin nada». «Yo mismo he bajado alguna vez a darles algo de comer porque me dan pena», asegura el responsable de la asociación, «a algunos de estos indigentes, incluso, les he ofrecido mediar con el Ayuntamiento pero no quieren que les ayuden».

Para los vecinos se ha convertido en una situación molesta. Sobre todo por los problemas que genera, por ejemplo, el reparto de comida que hace Cruz Roja en las cercanías del parque. «Muchas veces, cogen las bolsas y tiran lo que no les interesa, pero esto también es responsabilidad del Ayuntamiento y de la Cruz Roja», asegura Pérez convencido, «primero porque quien pone la comida en las bolsas debería ver realmente qué comida quieren estas personas y, en segundo lugar, porque el reparto podrían hacerlo en su propia sede y no habría los mismos problemas».

Propuestas que, como tantas otras, la asociación ha planteado al Ayuntamiento y para las que aún esperan respuesta. De momento, y según pudo comprobar Periódico de Ibiza y Formentera, el reparto de alimentos se ha trasladado unos metros para no molestar a los vecinos. «Este parque era un paraíso pero las cosas han cambiado mucho», lamenta el presidente de la asociación de vecinos de es Clot. La presencia de personas sin hogar cada noche, entre 20 y 25 en los peores momentos; una iluminación deficiente y el poco cuidado en parte de la vegetación, incrementan esa sensación de inseguridad a la que apela Pérez.

Deja claro que «no se han producido» situaciones graves pero también admite que el temor a que esto suceda está ahí. «El parque», concluye, «es una maravilla. Es el pulmón verde de Ibiza. Pero ahora se percibe mucha inseguridad y es algo que nos gustaría arreglar. Los domingos esta zona es casi un barrio fantasma. Durante la semana hay mucha actividad y está muy bien pero nos gustaría que el Ayuntamiento solucionara los problemas que tenemos».