Quienes paseaban ayer por la zona del puerto de Ibiza disfrutaron de una jornada primaveral con agradables temperaturas, con un sol radiante y, en determinados momentos, con un hedor difícil de soportar. El motivo fue, según explicaron desde la Conselleria balear de Medio Ambiente, la limpieza del tanque de tormentas de Ibiza y otros dispositivos para el bombeo de aguas fecales, unos trabajos que se extendieron durante horas.

El presidente de la Asociación de Comerciantes y Vecinos del Puerto de Ibiza, Joaquín Manuel Senén, reconoció que «ya hace días que huele muy mal». La sorpresa llegó cuando, ayer por la mañana, observó cómo hasta cinco grandes camiones llevaban a cabo estos trabajos. Senén criticó que «nadie nos informa» y consideró que organismos como Autoridad Portuaria de Baleares deberían haber comunicado a los vecinos del lugar el inicio de estas actuaciones.

«Si avisan cuando va a cerrarse una calle, por qué no cuando se realizan estas limpiezas. Por no hablar de cómo lo estarán pasando los taxistas aparcados junto a esta subestación de bombeo», consideró el presidente.

Al mismo tiempo, reconoció que valdrá la pena pasarlo mal ahora si después, cuando lleguen las temidas tormentas, no se producen las inundaciones que suelen provocar graves problemas a muchos comerciantes del puerto y del barrio de la Marina. «Por desgracia, como ya estamos acostumbrados a esta peste, los vecinos no dicen nada», reiteró Senén.

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El presidente concluyó reconociendo que le gustaría ser avisado cuando vayan a realizarse estas operaciones.

Margarita reside en uno de los pisos situados en la avenida de Santa Eulària, en primera línea de mar. Según lamentó ayer, desde hace varios días «el portal huele a cloaca y es terrible. En mi casa también huele mal. La tengo limpia y cuando entras, huele a retrete. Al principio no entendíamos lo que estaba pasando, pero cada año deben venir a limpiar. Huele a cloaca y no podemos tener ni las ventanas abiertas. Parece cachondeo, pero es terrible la peste que sufrimos». Esta vecina criticó que durante meses soportaron las obras de construcción del tanque de tormentas, con todo el puerto «levantado» y, al final, «parece que no ha servido para nada ya que llega esta época del año y los camiones siempre tienen que estar así».

Los comerciantes
También los comerciantes de la avenida de Santa Eulària sobrellevaban como podían las molestias e incomodidades de los trabajos que se estaban realizando en el puerto. Donato, camarero en una conocida pizzería de la zona, consideró que, en cuanto a malos olores, ayer no fue de los peores días.
Christian, otro de los empresarios de la avenida, aprovechaba la jornada para poner a punto su negocio de restauración a la espera de los primeros turistas. En su caso, explicó que días atrás no notó ningún olor en especial, aunque ayer ya no pudo decir lo mismo. Mientras trabajaba llegó a sentir náuseas por el hedor. «Espero que en temporada no pase esto. Llevamos trece años en la zona y hemos visto problemas de todo tipo. Lo peor es que hicieron las obras hace poco tiempo, gastaron una ‘pasta’ increíble y parece que estamos en lo mismo», declaró.

Xavi, encargado de otra conocida pizzería del puerto, consideró también que a primera hora de la mañana el hedor era más intenso y recordó cómo, en pleno verano, estas desagradables incidencias se producen con la terraza llena de clientes. «Cómo les explicas que tan cerca hay un depósito de heces», se preguntó.

Los taxistas de Ibiza que permanecían en la parada de la avenida de Santa Eulària reconocían que, la de ayer, era una espera «bastante incómoda», aunque entendían que son trabajos que deben llevarse a cabo: «Por la tarde no huele nada en comparación con la mañana, cuando era increíble el mal olor. Podían haberlo hecho antes porque justo ahora están empezando a venir algunos turistas. Además, están bloqueando toda la vía de Santa Eulària por esto y encima, el problema siempre somos nosotros». Toni y Fermín, otros dos profesionales del taxi, relataron cómo pasaban la espera mientras se ejecutaba la limpieza del tanque: «Si el viento trae el olor, te quedas en el coche con todo cerrado. A nivel visual molesta, aunque es mucho peor que nos hayan quitado la parada de Bartolomé Rosselló porque antes cabían 20 coches y ahora sólo 12», concluyó.