El equipo referente de la Central de Coordinación covid de Ibiza y Formentera, en el pasillo de la planta donde está ubicada la unidad. | Marcelo Sastre

Unidos por el lazo irrompible del dolor y el compañerismo. Así se sentaron en la mesa grande de madera, ubicada en el corazón de la sala, el equipo referente de la Central de Coordinación covid de Ibiza y Formentera. Este grupo, formado por cinco sanitarios, volvió a recordar los preliminares y el avance de una pandemia que dio origen a la creación de esta central. «Luchar todos juntos contra la covid nos convirtió en una auténtica familia», destacó, visiblemente emocionada, la técnico en cuidados auxiliares de enfermería Pilar Molina.

Esta joven sanitaria, que también prestó asistencia médica en el primer hotel medicalizado de la isla, se incorporó a la central en julio de 2020.

Sheila Palau, enfermera y coordinadora de la Central de Coordinación covid, y el resto del equipo asintieron empatizando con las emociones de Pilar. «Hemos sido un grupo multidisciplinar que se ha apoyado en todo momento. Somos sanitarios de diferentes áreas que se han fusionado para afrontar mejor la situación», subrayó la joven coordinadora.

Su cara era firme, segura como toda ella, e inalterable como el vínculo de unión que se observaba entre ellos. Enfermeros, auxiliares, fisioterapeutas o técnicos de laboratorio. No importaba el perfil sanitario reclutado para colaborar con esta unidad, sino la implicación diaria, de los profesionales ante una situación tan «extrema». Ellos han sido el primer eslabón de una cadena que ha vivido desde dentro tanto los momentos de incertidumbre como los cambios y presiones generados por el incremento de los contagios y las defunciones.

«Hemos ido, durante gran parte de la pandemia, dos pasos por detrás del virus, pero, gracias a la continua formación y a los diferentes estudios de casos, conseguimos anticiparnos», afirmó Palau, orgullosa de su equipo.

Sin ir más lejos, esta unidad ha llegado a rastrear entre 150 y 200 contactos positivos en un solo día. Señaló que, desde la central, se ha realizado «un gran trabajo» a la hora de analizar los brotes para el rastreo de los contactos pese a los numerosos cambios en las guías de actuación.

En este sentido, la joven coordinadora puntualizó que, en ciertas ocasiones, tenían que cambiar el protocolo dos veces al día debido al impacto de algunos brotes. Sin duda, con el paso de las semanas, y a medida que evolucionaba la crisis sanitaria, esta central se convirtió en el puente más seguro y fiable entre la Gerencia del Área de Salud de las Pitiusas y atención primaria.

«Nos hemos reunido, en varias ocasiones, con la dirección sanitaria para trasladarles los resultados de nuestro trabajo. Hemos trabajado codo con codo, siendo un equipo totalmente horizontal», explicó Sheila Palau mientras gesticulaba con las manos en el aire, formando un perfecto arco. Puntualizó que, aunque trabajan desde el antiguo edificio del Hospital Can Misses, la fuerza de su mirada siempre se ha dirigido hacia la población.

Centralizar la gestión
Cabe recordar que la Central de Coordinación covid de Ibiza y Formentera se creó en 2020 con el objetivo de centralizar la gestión de los pacientes con coronavirus y la asistencia extrahospitalaria de las personas con la enfermedad confirmada.

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«Todo empezó con la fase cero. Así la llamo yo, que es cuando se declaró la pandemia. A partir de ahí, se formaron las primeras unidades volantes de atención al coronavirus (UVAC), los dispositivos de toma de muestras y los mecanismos para el diagnóstico rápido del coronavirus», relató la enérgica enfermera.

Sheila Palau se ofreció como voluntaria para ingresar en la unidad, a finales de marzo de 2020, pero todavía no existía esta oficina como tal.

El resto del equipo se fue incorporando progresivamente a la central después de que algunas áreas sanitarias dejaran de funcionar durante la pandemia. La presión asistencial que tuvieron que soportar algunos departamentos obligó a reubicar a varios profesionales.

Es el caso de los fisioterapeutas Máximo Murillo y Jose Rivera, que se incorporaron al equipo en septiembre de 2020 y enero de 2021, respectivamente. «Hemos sabido hacer frente a cuestiones difíciles derivadas de las presiones sanitarias y la incertidumbre», destacó el tímido fisioterapeuta José Rivera.

Su mirada humilde y afable a un tiempo se clavó en los ojos de su compañera Laura Tapia. El caso de esta sanitaria es muy diferente al resto del equipo. Esta técnico especialista en laboratorio, que lleva formando parte de la unidad desde enero de 2021, no había tenido acceso tan directo a los pacientes. «Al trabajar en un laboratorio era imposible tener contacto con ellos», explicó mientras relataba lo gratificante que es poder ayudar y apoyar a las personas, especialmente a los pacientes vulnerables.

En este sentido, Sheila Palau relató que empezaron siendo sólo dos personas pero que, muy pronto, las exigencias de la pandemia desencadenaron un aumento de la plantilla, ampliando las infraestructuras y los espacios en el antiguo edificio del hospital.

«En la unidad hemos llegado a ser 60 personas y, en total, han colaborado casi 250 efectivos. Sin estos refuerzos y su implicación hubiese sido imposible coordinar las diferentes funciones», reflexionó, echando la vista atrás. De repente, los sanitarios se observaron con nostalgia. Sus miradas representaban su enorme lucha diaria contra la pandemia. Por un instante, el hilo invisible que unía a las cinco personas se volvía cada vez más nítido. Sin duda, es un tipo de unión reservado para personas que han tenido que vivir juntas situaciones significativamente duras.

Vivencias que no dudaron en compartir. Mientras que para el fisioterapeuta Máximo Murillo la falta de personal y los cambios de protocolo supusieron una preocupación extra, para Pilar Molina su peor recuerdo se detiene en la desolación que se vivió en muchas de las residencias de mayores.
«Recuerdo cuando estaban brotadas y tuvimos que hacer cribados. Ver a los ancianos aislados, cansados de tantas pruebas PCR, fue muy duro. Sin el apoyo de mi familia, no hubiese podido continuar en esta unidad», relató emocionada.

Los cinco son conscientes de que estar en la primera línea del frente anti covid, durante tanto tiempo, complicará que puedan apartar el concepto de pandemia igual que el resto. En este sentido, según la joven coordinadora, la salida a la crisis puede disolver esta Central de Coordinación.

«La suspensión será gradual. Habrá funciones que seguirán en marcha, especialmente aquellas relacionadas con los colectivos más vulnerables», explicó Sheila Palau mientras sus compañeros asentían cerrando la conversación con un broche de eterna complicidad.

El apunte

«Todas las islas se equilibraron»

El cometido de la Central de Coordinación COVID–19 engloba una amplio abanico de actividades, desde la toma de muestras hasta la implantación de un equipo de rastreo, que se habilitó durante el verano de 2020, cuando la isla comenzó a registrar un gran número de contagios. «Todas las islas se equilibraron con la repartición de recursos», señaló Palau. Entre otras funciones están el análisis de los brotes, el control sanitario a los pasajeros, la gestión del hotel puente covid o la coordinación de la vacunación y el traslado de pacientes.