Oleksandra Mykolaychuk, durante la entrevista para Periódico de Ibiza y Formentera. | Marcelo Sastre

Oleksandra (Ucrania, 1972) ha vivido toda una odisea para poder salir de su país. La guerra declarada el pasado 24 de febrero le sorprendió en su lugar de origen y ha sido ahora cuando ha podido regresar. Desde hace 22 años, Oleksandra vive en Ibiza y hace tan solo tres creó la asociación Nuestra Ucrania, de la que es presidenta.

Después de lo que ha vivido, ¿cómo se siente en estos momentos?
—Me siento triste y preocupada por la situación que está atravesando mi tierra. Los rusos han provocado un auténtico infierno en nuestro país; lo han convertido en un verdadero desierto y, lo peor, han masacrado a los ucranianos, matando a niños y violando a mujeres. Ucrania arde por los ataques de los misiles y tiembla por las explosiones. Mis compatriotas están muriendo de hambre y frío en los refugios antiaéreos. No todas las ayudas humanitarias llegan a los puntos más necesitados ya que los rusos lo impiden.

Ha podido regresar del país, pero su mente y corazón siguen allí.
—Sí. Allí tengo a mi familia, a mi madre y a mis amigos, y no sabemos cuándo y cómo se va terminar esta situación.

Usted había viajado al país para estar con su madre y ya no pudo volver.
—El día 24 febrero por la mañana escuchamos en las noticias que los rusos atacaban Ucrania. Estaban bombardeando a tan solo 30 kilómetros de mi casa porque allí hay zonas militares y aeropuertos. A partir de ese momento, el país quedó paralizado. Mi pueblo entró en pánico. Toda actividad económica o comercial se detuvo; se colapsaron las carreteras y se bloquearon las fronteras. Lo cierto es que fue una sensación agobiante y de desesperación y parecía que se acababa el mundo.

Mientras estuvo allí, ¿cómo era el día a día?
—Nos acostumbrados a todo tipo de noticias, a frecuentes alarmas durante el día y, durante las noches y las mañanas, a estar en un refugio. También nos habituamos al ruido de los aviones militares y a dormir con la ropa puesta. La verdad es que intentamos llevar la situación de la mejor manera posible y manteniendo la calma. El miedo está siempre presente y no podíamos evitarlo. No sabíamos qué esperar. Mientras estaba allí, tratábamos de no entrar en pánico y ayudar a todos los que lo necesitaban. Nos constaba que en otras regiones la situación era mucho peor y más difícil, pero intentamos estar más unidos que nunca.

¿Qué es lo más duro, lo peor que ha visto allí?
—La guerra es siempre ruina y muerte. Es lo peor que se puede ver y sentir y no hay palabras para expresarlo. Lo más aterrador para mí fue la despedida de la familia que vive en Ibiza y de mis hijas, que regresaron antes, porque no sabía si nos íbamos a volver a ver.

En la otra cara del conflicto, sentirán de cerca la solidaridad de muchos ciudadanos.
—He podido comprobar que la bondad humana no tiene fronteras. Cuando al comienzo de todo me enteré de la concentración que hubo en Santa Eulària en la que participaron todas las instituciones, medios de comunicación, asociaciones, grupos políticos y el pueblo en general, me llenó de emoción sentirnos tan apoyados. Por ello, me gustaría dar las gracias al presidente del Consell y al Ayuntamiento de Santa Eulària por la ayuda y colaboración que han prestado a nuestra asociación. También quisiera agradecer todas las aportaciones de alimentos, productos sanitarios, medicamentos o ropa. Desde la asociación Nuestra Ucrania queremos dar las gracias de corazón a todas las personas voluntarias que dedicaron su tiempo a clasificar la ayuda humanitaria recibida. Compañeras de trabajo organizaron un evento benéfico en Sant Antoni y otra persona, Lucía Ferrer, incluso llevó furgonetas con alimentos a Ucrania y acercó refugiados a Barcelona, todo sin ánimo de lucro.

Ahora que está de vuelta, desde la asociación mantendrá contacto con sus compatriotas que han buscado refugio en Ibiza.
—Sí, estamos con ellos y hacemos todo lo que podemos. Les ofrecemos ayuda para comida, ropa o productos sanitarios. También en la empresa en la que trabajo han contratado a una chica refugiada.

¿Cómo pueden seguir ayudando el resto de ciudadanos?
—Siendo solidarios. Podemos seguir donando material y cualquier persona interesada puede ponerse en contacto con la asociación Nuestra Ucrania.

Al resto ha sorprendido mucho la fuerza y resistencia de su país frente a Rusia.
—Estoy muy orgullosa del pueblo ucraniano por defenderse con ese coraje y esa fuerza. Es una sensación increíble ver a todo el mundo unirse para ayudar y atreverse a tomar decisiones valientes. Creo que la unidad de los pueblos, de toda la gente, es lo que ayudará de verdad a detener la guerra y ganar. La victoria será para Ucrania.

Teme que los otros países se acostumbren a la guerra y el conflicto deje de estar en primera línea informativa.
—Sí. En estos tiempos con tanta información, la gente se olvida de las cosas muy rápido, pero debemos saber diferenciar lo realmente importante. Por eso, pido a los medios de comunicación que sigan informando sobre la guerra en Ucrania.