Imagen de archivo de personas mirando el escaparate de una inmobiliaria.

El mercado inmobiliario balear experimentará un enfriamiento en 2023 después de dos años de actividad frenética. Sin embargo, en Balears ese cambio de tendencia solo se va a reflejar en una reducción del número de operaciones de compraventa. Los precios de la vivienda no van a bajar.

En ese sentido, la dinámica del archipiélago balear no va a diferenciarse demasiado de la generalizada en el conjunto del Estado español. De cara al año que viene, las previsiones de Atlas Real Estate Analytics sitúan la caída general de las compraventas en un 15 %, exactamente el mismo porcentaje que en las Islas. Mientras, los precios apenas van a inmutarse a nivel nacional (-0,9 %) y menos lo van a hacer en Balears (-0,04 %).

El estudio de la consultora inmobiliaria sitúa a las Balears entre las regiones calificadas de «poco volátiles» por lo que se refiere a su comportamiento cuando el mercado entra en recesión; los territorios poco volátiles son aquellos que en un momento de actividad a la baja experimentan también caídas, pero por debajo de la media nacional. Eso hace que estas regiones sean más seguras para los inversores.

17.616 operaciones

Así, las previsiones para Balears apuntan a un cierre de 2022 con un total de 17.616 operaciones de compraventa registradas, un 15,6 % más que las vaticinadas para 2023: 14.868. El precio medio, mientras, va a permanecer virtualmente inalterado: de 2.583 euros por metro cuadrado de media en 2022 se va a pasar a 2.582. Es decir, un aumento del 0,04 %, un ridículo euro menos.

De esta manera, los precios van a mantenerse prácticamente congelados el año que viene pese a la bajada de la actividad. Después de la evolución al alza experimentada en el ejercicio en curso (especialmente en los primeros meses), el precio de la vivienda en 2023 se limitará a una «suave caída» en la mayoría de provincias españolas.

Las previsiones toman en consideración los efectos que van a tener en el mercado la inflación y el consiguiente encarecimiento de los costes de construcción. El escenario optimista refleja un control más o menos rápido de la inflación que permitiría terminar 2022 y 2023 repitiendo los datos de 2021. Por contra, si la inflación y sus efectos se cronifican, los datos podrían llegar a niveles de 2015-2016, con una significativa reducción de la actividad.

El periodo de bonanza de los dos últimos años se ha traducido de este modo en un sensible aumento de los precios para el que no va existir marcha atrás. La ralentización del mercado, por otra parte, va a ser resultado de la cóctel de la caída del stock disponible, la inflación y el encarecimiento de los materiales y la subida de los tipos de interés para contener estos últimos factores.

En ese sentido, el estudio trata de calibrar, en base a tablas de datos históricos, los efectos reales que la inflación puede tener en el mercado. Los resultados muestran una retracción del mismo cuando la inflación es un elemento esencial de la ecuación y mayor aún incidencia negativa se observa de los costes de construcción. En este contexto, en caso de darse una caída de la demanda, a diferencia de 2008 -cuando convivieron una baja demanda y una alta oferta- el mercado no se tensionará por culpa de fuertes variaciones, sino que más bien experimentará «desaceleraciones controladas».