Imagen de la transitada calle Abad y Lasierra. | Toni Planells

Manuel Abad y Lasierra antes de ser presidente del Consejo de la Inquisición española fue el primer obispo de Ibiza entre 1783 y 1787. En su recuerdo, aparte de una escultura en Santa Gertrudis, la ciudad de Vila le dedica una de sus calles más céntricas.

De esta manera, la calle dedicada al inquisidor y primer obispo de Ibiza recorre más de 700 metros, entre la avenida España y el paseo de Abel Matutes Juan.

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Entre las reivindicaciones del vecindario encuestado por Periódico de Ibiza respecto a esta calle, se repite de manera recurrente uno de los temas más reclamados en la ciudad de Vila: la limpieza. Así Julia y Loli insisten en que «la calle está muy mejorable en el tema de la limpieza». Loli trabaja en un establecimiento turístico y reconoce que «los turistas, de lo que más se quejan es de la limpieza de la ciudad». Ambas echan de menos «que se limpie más menudo con mangueras a presión» y reclaman «más personal de la limpieza» mientras aplauden la labor de Mohamed, el barrendero de la zona ya que«es muy buena persona y siempre está barriendo de arriba a abajo». «Cuanto más limpio la calle, más limpia es la gente», admite el barrendero que califica a la calle como «muy bonita y con muy buena gente. Me encanta trabajar aquí». «Gente cordial, afectuosa y saludable», tal como describe Mauro, que es vecino de la calle desde hace tres meses y que se reconoce «encantado» con su nueva mudanza. Crispín es más veterano en el vecindario y también alaba la labor de Mohamed, «la calle está mucho más limpia que otras de Vila, aunque con las obras de Isidor Macabich ahora mismo no sabría qué decirte». Sin embargo, considera que por las noches «está muy apagada». Otra veterana de la zona es Encarna, que lleva 27 años en Gatzara, su tienda de moda. «Es una calle muy comercial, con un vecindario muy familiar y de barrio. Somos todos amigos», considera Encarna, que también pone el foco en la iluminación y «en las papeleras y las farolas, que interfieren el paso de la gente».

Efectivamente, Cristina también vecina de la zona, le da la razón a Encarna mientras esquiva una de las papeleras. Cristina pone sobre la mesa otro de los problemas recurrentes de la ciudad de Vila: el aparcamiento «ya no es solo que los vecinos no podemos aparcar, es que si tiene que venir una ambulancia apenas tiene donde parar».

Otro de los temas a los que la mayor parte de personas encuestadas han observado respecto a esta calle es el poco civismo de los dueños de mascotas «que no recogen las cacas de sus perros», como explicaba Julia. Sin embargo Montse, responsable de la librería Sa Cultural, no oculta su hastío respecto a este escatológico tema: «Si es que me han llegado a dejar una al lado mismo de la cerradura. Ya estoy tan harta de quitarlas que lo que hice fue ponerle un cartel que ponía ‘caca de perro’ (por no poner de dueño). Pues bien, el cartel y la caca estuvieron allí tres días», se quejaba. A este respecto, la librera propone soluciones, como «poner un espacio en la esquina donde han quitado los árboles con un pipican», aparte de reclamar «que desinfecten más, que, aunque los dueños las quiten, siempre quedan restos que acaban entrando en la tienda». Montse también echa de menos en su calle «que haya un poco más de iluminación y poder conocer al policía de barrio que se supone que nos corresponde».