El ‘Astral’ de Open Arms se convierte en Ibiza en aula contra los prejuicios. | Daniel Espinosa

El Astral, una de las tres embarcaciones de la entidad rescatista Open Arms, permanecerá atracado hasta el domingo en el muelle de Levante del puerto Ibiza. Por las mañanas, la embarcación se convierte en aula para que los alumnos de distintos centros escolares de la isla puedan conocer la labor de esta entidad y, además, entender el por qué de las migraciones, los peligros que corren los migrantes y, sobre todo, aceptar que «los seres humanos migramos por naturaleza desde que nos pusimos de pie», según explica la coordinadora pedagógica de Open Arms, Ángeles Schjaer.

El Astral, un velero de los años 70, fue cedido a la ONG en 2016 por Livio Lo Monaco, el empresario de los colchones, y, una vez acondicionado, comenzó a participar en rescates en el Mediterráneo en el verano de aquel año. Junto a los otros dos barcos de la organización, el Open Arms y el Open Arms 1, opera en las aguas internacionales del Mediterráneo central, en la zona SAR (Search and Rescue). Pero, cuando no está navegando, el Astral se convierte en un espacio para fomentar la empatía hacia los migrantes, dentro de un proyecto pedagógico que busca «potenciar el pensamiento crítico en los niños», según señala Schajaer. Y añade: «Se trata de que entiendan el mundo como un lugar en el que vivimos todos los seres humanos. Y de entender que las migraciones son propias de los seres humanos. Los niños tienen interiorizado este concepto y, es más, no son racistas de base. Les cuesta entender el maltrato a otras personas por el hecho de que vengan de lugares diferentes. Y tienen claro que la migración es algo positivo porque enriquece tanto al migrante como al país que lo recibe. Saben que es algo que nos enriquece a todos».

Una vez que acabe su periplo por las Islas, el Astral volverá a su base, en el puerto de Badalona. Allí comenzarán los preparativos para que comience a operar de nuevo en el mar. Lo hará rescatando a aquellos que huyen de los graves conflictos que afectan a numerosos países de África y Oriente Medio, en operaciones coordinadas por varias organizaciones no gubernamentales que llevan años salvando vidas en el Mediterráneo. «Estamos amparados por convenios y tratados internacionales», recuerda Ángeles Schjaer, «como, por ejemplo, el convenio SOLAS, que dice que si un barco encuentra a otro en peligro, ha de poner en seguridad al pasaje y llevarlo al puerto seguro más cercano». En el caso de los rescates de Open Arms, estos puertos están en su mayoría en Italia. «Si tú no rescatas», añade la coordinadora del proyecto pedagógico de la ONG barcelonesa, «es un delito de omisión de socorro y está penado con cárcel».

¿Cómo encuentran los barcos de Open Arms estas embarcaciones que trasladan a migrantes? Según explica Ángela Schjaer, hasta 2018 eran los guardacostas italianos los que avisaban a las organizaciones. Desde entonces, son estas mismas entidades las que trabajan de forma coordinada, contando con los avisos que, forzosamente, deben enviar, por ejemplo, barcos mercantes que atraviesan la zona y encuentran estas embarcaciones en peligro. «Hemos llegado a rescatar veleros que estaban a la deriva y que no tenían nada que ver con migrantes», asegura Schjaer.

Pero su objetivo son los migrantes. Personas obligadas a huir de «conflictos gravísimos». La responsable de Open Arms pone como ejemplo países como Libia, que «sigue en guerra, con un Estado desestructurado, atrocidades, violaciones, torturas, campos de concentración…». «La gente huye e intenta encontrar un hueco por el que hacerlo», prosigue, «porque, por mucho que blindes las fronteras y que quites las vías legales, las personas que están en esta situación siempre encontrarán una forma de llegar, aunque sea tan peligrosa como esta».

El viaje les puede costar hasta 20.000 euros y muchos de ellos pasan años pagándolo. Sin embargo, apunta Ángeles Schjaer, «son muy pocos los que realmente hacen esto». «No llega a un 1%», asegura, «la inmensa mayoría prefiere quedarse en países cercanos al suyo por si las cosas cambian y pueden regresar. Meterse en un barco en estas condiciones es la última opción». La desesperación, sin embargo, está ahí y hay muchas familias que llegan a embarcar solo a los niños con el objetivo de salvarlos: «Lo hacen para que sus hijos tengan una oportunidad. Imagina qué peligroso tiene que ser estar en tierra para tomar una decisión tan dura. Nosotros hemos llegado a rescatar barcos donde la mayoría eran niños. Nuestro barco parecía una guardería. Y estos niños nos contaban como otros se habían caído por la borda. Se habían ahogado».

En sus casi ocho años de existencia, Open Arms ha salvado a más de 66.000 personas. El 90% de su personal es voluntario y desde la pandemia de COVID-19 ha ampliado las emergencias que atiende. Así, en 2020 se centraron en las residencias de ancianos, en las que hacían PCR y trasladaban a los contagiados a un lugar seguro. La entidad ahora está operando también en Ucrania, rescatando a ciudadanos afectados por la guerra, a los que ayuda a llegar a Canadá, España e Italia. «Estamos en las emergencias en las que podemos echar una mano», concluye Ángeles Schjaer, «pero, lamentablemente, no tenemos capacidad de acogida. Para eso están otras organizaciones que, como Cruz Roja o la Red Acoge, están preparadas para ello.

Cerca del Astral, un grupo de escolares espera para subir a bordo y conocer el trabajo de Open Arms. Ángeles Schjaer se despide de la entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera con un mensaje claro y contundente: «Los seres humanos cada vez encontramos más trabas administrativas para hacer algo que es innato en nosotros, migrar. Los migrantes no son un problema. Hemos de luchar por un mundo más justo, más global y en el que todos tengamos las mismas oportunidades, independientemente del lugar en el que hayamos nacido porque eso es circunstancial».