Gonzalo Losada fue sorprendido por sus compañeros con una fiesta sorpresa y una gran pancarta.

Gonzalo Losada acaba la semana con un sabor agridulce. El comandante realizó este viernes su penúltimo vuelo a los mandos de un avión comercial, el último con destino a Palma. Este sábado, 15 de abril, se jubila tras 65 años, y ya no podrá manejar este tipo de aeronaves. Familiares, amigos, la tripulación del vuelo y compañeros de otras aerolíneas le quisieron mostrar todo su cariño organizándole una gran fiesta sorpresa de despedida.

Losada aterrizó a las 11.00 horas en el aeropuerto de Son Sant Joan, procedente de Eivissa. Entró por la Terminal B y sus ojos fueron directos a una enorme pancarta con un escueto pero muy emotivo mensaje: «Gracias Comandante Losada». Alegría, alguna lágrima y mucha emoción invadieron su cuerpo cuando se percató de todas las personas que lo estaban esperando. «La verdad es que sospechaba que me harían algo, pero no semejante dispendio», decalaraba visiblemente feliz y emocionado.

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Gonzalo Losado, este viernes en Son Sant Joan.

La afición de Gonzalo Losada por volar le viene desde muy pequeño: «Mi padre era piloto y yo también siempre lo he querido ser». Aunque desde hace más de 40 años está a los mandos de un avión, su recorrido ha pasado por distintas épocas. Primero empezó como oficial del Ejército del Aire, después fue piloto de caza (F-4 Phantom y F18 entre otros), piloto comercial en las extintas Viva Air y Spanair y hasta este viernes lo era en Swiftair, operando vuelos interislas en Baleares para AirEuropa y UEP!Fly. Durante su época en la aviación militar tuvo dos accidentes graves, el peor, cuando chocó contra otro avión en el aire.

Ahora que finaliza esta gran trayectoria declara que si se tuviera que quedar con algo sería «con el compañerismo que hay en este trabajo». Natural de Granada, ahora tiene fijada su residencia en Eivissa y disfruta de las vistas mientras realiza vuelos interislas, «ya que es un avión más pequeño y va a menos velocidad y altura».

De cara al futuro, le gustaría seguir trabajando aunque desconoce sus alternativas. La única certeza que tiene el comandante es que en breve abandonará su residencia en Ibiza para mudarse a Madrid. Aunque cogerá un vuelo más, está vez será distinto. Ya no será piloto.