Paquita Ribas, vicepresidenta del Club Náutico Sant Antoni.

En plena celebración de los 50 años de Es Nàutic, la vicepresidenta Paquita Ribas (Ibiza, 1963) anima a la sociedad ibicenca a disfrutar de toda su oferta deportiva y de ocio. Para conmemorar su medio siglo de vida, los responsables del Club han preparado un completo programa de actividades.

Su vida siempre ha estado ligada a Es Nàutic.
—Lo cierto es que he estado ligada a él toda la vida puesto que mi padre fue uno de los socios fundadores y formé parte de las primeras generaciones de Optimist que hubo en la bahía de Portmany. No tengo ni memoria de cuándo empezó mi historia en el Club. Pertenezco a la junta directiva desde hace seis años y, como vicepresidenta, desde hace dos.

La historia del Club arrancó hace 50 años con 140 socios y hoy rondan los 700. ¿Hasta dónde les gustaría crecer?
—La verdad es que habíamos frenado un poco la entrada de socios porque queríamos dar a todos un buen servicio. Al tener unas instalaciones limitadas, con unos 570 amarres, nos daba miedo aceptar a más socios y no poder darles esa buena atención. Es cierto que también nos han otorgado ahora permiso para explotar boyas en la bahía. Así y todo, mucha gente sabrá que hemos comprado una estructura en Sa Punta des Molí con la idea de construir un edificio polivalente y poder ampliar el servicio que damos a la gente del pueblo puesto que muchos tienen piraguas o tablas y no saben dónde dejarlas. Hasta ahora nuestros recursos eran limitados y debíamos decir que no. Ahora, si podemos ampliar, nos plantearemos abrir inscripciones y cuanta más gente mejor.

¿Qué plazos se fijan para contar con el nuevo edificio?
—Ahora mismo estamos finalizando el proyecto y nuestra idea es iniciar pronto las obras. De hecho, la estructura está ya hecha y el arquitecto Javier Planas, miembro también de la junta directiva, lo tiene prácticamente listo. Lo suyo sería comenzar las obras este invierno y poder estrenar el nuevo espacio el próximo verano, aunque ya se sabe lo que pasa y hay que ser muy prudentes con el tema de obras.

Aniversario aparte, ¿en qué momento se encuentra el Club Náutico Sant Antoni?
—En estos momentos grandes dificultades no las tenemos. Nos comparamos con entidades náuticas de otras zonas y contamos con la gran ventaja de que nos dieron una concesión que inicialmente finalizaba en 2036 y que ahora se ha conseguido prolongar hasta 2041. Ello nos permite trabajar con cierta tranquilidad, algo que no pasa en el Club Náutico de Ibiza o en el de Andratx, en Mallorca, así como en tantos otros, totalmente amenazados por leyes actuales que sólo valoran la cuestión económica, aunque un club náutico nunca podrá competir con, por ejemplo, fondos que proceden del extranjero. Es imposible.

Sin duda, el tiempo pasa rápido y el Club ocupa un espacio muy goloso.
—Por ello, no dejamos de hablar con todas las autoridades para que se cambien las bases de las concesiones de estas zonas. Si sólo se tiene en cuenta el tema económico, está claro que no habrá ninguna entidad náutica que pueda competir. Al no tener ánimo de lucro, todo lo que se genera se reinvierte en la sociedad, en educación, en cursos o en cualquier cosa. No repartimos dividendos como haría un fondo o una empresa privada. Es algo social y educacional para toda la gente del pueblo y de la isla de Ibiza.

¿Cree que al final las instituciones serán sensibles con sus peticiones y propuestas en este sentido?
—Todavía podemos hacer fuerza porque es algo que nos interesa a todos. Si los náuticos acaban en manos privadas, se habrán acabado las escuelas para niños con diversidad funcional o la cantidad de recursos invertidos en formar a deportistas que después nos representan en competiciones, incluso internacionales. Es muy difícil que una entidad privada pretenda hacer esto gratuitamente..

¿Han atravesado algún momento crítico?
—Tampoco quiero hablar de momentos complicados, aunque evidentemente ha habido problemas y, sobre todo, mucho trabajo. Partimos de una caseta de obra en el muelle, que es lo que teníamos en 1973, y el hecho de poder conseguir el permiso para estrenar sede en 1991 y que dicha sede, después, fuera demolida para construir en 2013 otra instalación nueva, además de los proyectos más recientes, todo es fruto del trabajo ingente de muchísimas personas. Se han implicado y han sacrificado tiempo personal para dedicarlo a una causa común.

Han recibido este año la Medalla de Oro de Sant Antoni, ¿qué supone para Es Nàutic?
—En la entrega, entre tantos otros, estuvo el primer presidente Pepe Roselló, todavía una persona muy dinámica, y lo vi en primera fila emocionado. Todos lo estábamos.

Siempre se ha hablado mucho de la situación medioambiental de la bahía.
—Es una opinión personal. Cuando operaban allí los barcos de línea, vimos que los ferris removían los fondos y provocaban que hubiera mucho fango y que el agua estuviera sucia. Además, la poca posidonia que existía se iba muriendo, pero era algo que se podía revertir. Sobre la seguridad en la bahía, ahora ha aumentado mucho. Tenemos las flotillas de Optimist y habíamos sufrido algún susto puesto que los barcos hacían volcar las naves y algún niño se había caído al mar. Todos coincidimos en que la bahía está más limpia, aunque hay mucho trabajo por hacer puesto que los emisarios, todo el entorno, debe arreglarse. Imagino que es una gran labor y necesita mucho tiempo, pero paso a paso.

Echando la vista atrás, se preguntarán por qué no se ha actuado antes.
—Está claro que siempre se podría haber hecho antes y mejor, pero mirar atrás no soluciona nada. Hay que mirar adelante y ser conscientes del problema. Hace años hablabas de la bahía y de su problemática y todos te miraban extrañados. Poco a poco, se ha ido trabajando en este sentido y la gente es consciente de que hay que cuidar de la bahía, que es el principal activo de este pueblo. Se ha demostrado con cifras que el turismo no baja por el hecho de que no lleguen ferris, ni tenemos problemáticas añadidas por ello. Al contrario, los cuellos de botella y los atascos que se producían en el puerto cuando había varios barcos a la vez ya no ocurren. Además, lo del fango es importante porque, al no removerse, contribuye a que las playas de alrededor estén más limpias.

El pasado 31 de marzo comenzaron a conmemorar los 50 años del Club.
—Sí. La primera jornada fue emocionante. Nos sentimos emocionados y orgullosos por todo el trabajo que hemos hecho durante estos años porque realmente uno mira atrás y ha habido muchas personas empujando y es algo de lo que nos podemos sentir muy contentos.

Para esta conmemoración han preparado un amplio programa festivo.
—Hemos estado trabajando en ello desde octubre del pasado año. Son muchos meses y hemos intentado pensar en todos: grandes, niños o mayores. Hemos tratado que sea variado y que agrade. Siempre se podrá hacer mejor, pero le hemos dado muchas vueltas para confeccionarlo al gusto de todos.

¿Qué repercusión ha tenido este 50 aniversario entre la sociedad insular?
—Con todos los que hablo están muy contentos y animados para venir de fiesta. Hemos invitado a gente de toda la isla porque el Club Náutico siempre ha sido una entidad con las puertas abiertas y ahora más que nunca. Todos han sido bienvenidos y tenemos muchas ganas de que, quien no nos conoce, se anime a descubrirnos. Poco a poco, nos hemos convertido en un referente dentro de lo que es Sant Antoni y el pueblo sería otra cosa sin el Club. La gente se siente parte nuestra porque tenemos casi 700 socios y ello significa que en la inmensa mayoría de las familias de Portmany hay uno o varios socios de Es Nàutic. Nos conocen y vienen.

¿Con qué mensaje concluiría?
—Que quien no nos conozca, venga. Quien nos conoce, que nos disfrute. Hay mucho que ofrecer, con cursos de muchas cosas, también para adultos y no solo para niños. Que la gente venga a disfrutar de lo que tenemos. Además, ya he dicho que me gustaría que las leyes cambiaran y se reconociera esta labor social que realizan todos las entidades náuticas.