Alfonso Molina, exteniente de alcalde de Hacienda de Vila. | Redacción Ibiza

Esta semana hemos constatado dos cosas importantes que ya sabíamos. La primera es que la pomposa Oficina de prevención y lucha contra la corrupción en las Islas Baleares es un organismo inútil, carísimo, que carece de la mínima eficacia, como no sea para avergonzar a todos los ciudadanos. La segunda es que el PSOE de Vila, cuyo secretario general es el alcalde de la ciudad, Rafa Ruiz, es una ciénaga maloliente de corrupción.

Lo segundo lo ha corroborado aquella oficina, al confirmar que el exteniente de alcalde socialista de Hacienda y Administración Pública y mano derecha del alcalde, Alfonso Molina, incurrió en incompatibilidad al trabajar para la concesionaria del alumbrado público de la ciudad, Citelum Ibérica (otra que tal baila), cuando no habían transcurrido los dos años que la Ley exige para que un exalto cargo pueda trabajar en una empresa privada con la que tuvo relación directa durante su paso por la vida pública.

La Memoria de la Oficina Anticorrupción del año 2022 ha confirmado nuestras peores sospechas. Alfonso Molina no es sólo ese dechado de moralidad que a la mínima oportunidad nos presentan los socialistas ibicencos como todo un ejemplo. Recuerden que Rafa Ruiz dijo de él hace años que era «no sólo una persona íntegra y honrada, sino un gran compañero y gestor».

Alguien que no sólo está imputado en un caso de corrupción política que afecta de plano al PSOE de Ibiza, el caso Eivissa Crea. Que no sólo se vio obligado a abandonar su cargo en el equipo de gobierno del consistorio al publicar Periódico de Ibiza y Formentera que el SOIB le reclamaba la devolución de 27.133.14 euros por diferentes cursos de formación a personas desempleadas, por diversas irregularidades graves, pese a lo cual fue defendido a capa y espada por la FSE-PSOE y el PSOE de Vila.

Por si todo eso no fuera suficiente para que sus compañeros de partido lo apartasen decididamente, como se separa una manzana podrida antes de que corrompa todo el cesto, ahora sabemos que la concesionaria del alumbrado público de Vila, Citelum Ibérica, lo contrató sin que hubiesen transcurrido los dos años que la normativa sobre incompatibilidades exige. Una auténtica puerta giratoria, quién sabe si para agradecerle su actuación en 2016, cuando Citelum reclamaba al Ajuntament d’Eivissa el pago de 4,6 millones de euros, que finalmente fueron 2,8 millones.

¿No es realmente apestoso? Pues lo que a cualquier ciudadano le parece corrupción pura y dura, a los socialistas ibicencos no se lo parece. Bueno, ahora sabemos que no sólo a los socialistas, sino también a sus socios en el consistorio vilero, Unidas Podemos, que ante un caso flagrante de puerta giratoria, de aquellas que ellos dijeron que jamás tolerarían, no sólo toleraron, sino que incluso defendieron. Este es el infausto legado de Aitor Morrás en Vila. Aunque en su descargo hay que decir que en el pecado lleva la penitencia, pues le ha sucedido a él lo que le sucedió a Joan Ribas de Guanyem en el primer mandato de Rafa Ruiz. Y es que ya lo dice el refrán: «El que anda con un cojo, si al año no cojea, renquea».

Pese a constatar la vulneración de la normativa sobre incompatibilidades por parte de Alfonso Molina y Citelum, el asunto ha sido archivado porque no se puede sancionar ni a uno ni a la otra. O sea, que se pisotea la Ley, pero no se puede hacer nada porque, obviamente, el infractor ya no es un alto cargo de la Administración. Hay que reírse por no llorar.

Es una fechoría más de un sujeto que representa lo peor de la política y por eso en el PSOE ibicenco le veneran. Y por eso le defienden e incluso le procuran trabajo en una contrata pública. Este es el PSOE de Josep Marí Ribas ‘Agustinet’ y Rafa Ruiz. Sencillamente repulsivo.