De izquierda a derecha, Bernat Joan, Christopher Little y Maurici Cuesta. | Daniel Espinosa

Los jóvenes de Ibiza no ven un valor útil en el uso de la lengua catalana a diferencia de lo que piensan adolescentes de regiones como Cataluña. A pesar de ello, la valoración sobre el ibicenco es positiva, una opinión que no comparten si se les pregunta por el castellano o el valenciano.

Es una de las conclusiones de Christopher Little, autor del trabajo Un análisis de las actitudes lingüísticas de los jóvenes en la isla de Ibiza. Little ofreció este jueves una conferencia sobre este asunto en el Institut d´Estudis Eivissencs (IEE). Este americano es alumno de la Universitat de les Illes Balears (UIB) y profesor asociado de la Universidad Estatal de Mississipi.

Para llevar a cabo su investigación, el investigador entrevistó en la isla de Ibiza a cerca de 120 jóvenes. «Académicamente, siempre me han interesado estas zonas que no reciben la misma atención que otras. En este tema en particular, en relación a las actitudes lingüísticas de los jóvenes, la mayoría de trabajos se han centrado exclusivamente en Cataluña y se han realizado muy pocos trabajos en Baleares y, los que hay, son de Mallorca», detalló.

Por tanto, Litlle vio la oportunidad de analizar las particularidades lingüísticas de los jóvenes de las islas, llevando a cabo entre ellos una serie de cuestionarios, con grabaciones incluidas, para recoger y analizar las diversas variantes dialécticas. A los adolescentes participantes se les pidió también que valoraran las grabaciones desde un punto de vista profesional o educativo. «Solemos hacer juicios de personas solamente a partir de cómo hablamos», puntualizó.

Litlle explicó que una «actitud lingüística» son las percepciones que cada persona tiene, tanto en positivo como en negativo, en relación a los usos de una lengua. Si la mayoría de estas sensaciones son de tipo positivo, el usuario no debería tener mayor problema en usarla de manera habitual, según afirmó.

«Sorprendentemente, estas actitudes deberían coincidir con los usos, pero no es así», declaró el experto. Ahora, habrá que buscar la manera de fomentar una mayor utilización de la lengua catalana entre los jóvenes de Ibiza «porque son el futuro» y «hay que animarles a no cambiar de lengua».

El estudio permitió concluir también que en zonas como Cataluña los jóvenes siguen manteniendo el valor social y práctico del catalán, lengua que todavía se ve como una herramienta útil que les posibilita desempeñar trabajos o estudios. En el caso de Ibiza, ello no es así puesto que el contexto social es bien distinto, marcado por un numeroso turismo internacional. La falta de referentes lingüísticos puede también contribuir a esta situación.

«En la vida real consideran que no pueden utilizarla. Si no le ven un valor social útil es preocupante, aunque creo que hay espacio para el optimismo y se puede revertir esta situación», insistió.
Las instituciones deberán jugar un papel importante en este cambio impulsando políticas «firmes» que animen a la sociedad a implicarse en este trabajo.

Little, quien ganó el I Premio Aina Moll con este estudio, reconoció además su sorpresa por las particularidades de Ibiza y cómo utilizan los jóvenes de la isla el catalán.
«Lo que sí está comprobado es que las actitudes son positivas hacia el ibicenco y menos positivas hacia el castellano o valenciano», concluyó.