Para José Galiana, el de mañana no será un cumpleaños más. Sus 83 primaveras van a coincidir con el 90 aniversario de la Heladería Los Valencianos, la empresa que fundaron en Ibiza su madre y sus tíos, revolucionando los paladares de los ibicencos de aquella época.

Con sus helados en verano y el turrón en invierno, consiguieron que la dureza de aquellas décadas fuera un poco más llevadera.

Procedentes de Jijona, «el pueblo del turrón», los fundadores de Los Valencianos decidieron establecerse en la isla después de visitarla de manera casual. Tras abrir el local en la plaza Antoni Riquer, comenzaron a servir ricos helados de los sabores más básicos: vainilla, chocolate, fresa o limón.

En 2023, con decenas de especialidades en sus mostradores, los actuales responsables reconocen que han tenido que adaptarse a los gustos y tendencias actuales, elaborando incluso helados con leche sin lactosa o con todo tipo de sustitutos del azúcar.

Historia

Según rememora José Galiana, nada más cumplir 14 años comenzó a vender helados con los carritos que antiguamente recorrían distintas zonas de Ibiza. Aunque parezca lo contrario, no fue una labor fácil «puesto que no tenía fuerza para llevar el carro y tenía que venir mi padre y colocarme un cajón debajo porque no llegaba al mostrador».

También desde bien joven aprendió todos los secretos de la elaboración de un buen helado y, aunque «no existían universidades o estudios» al respecto, Galiana comenta cómo fueron aprendiendo gracias al trabajo diario. «No había ni luz para que las máquinas funcionaran. Era todo manual y sufríamos una barbaridad. Hoy en día le das a un botón y listo. Antes, teníamos que traer la sal de Formentera y el hielo de una fábrica que había en Vila. Era muy sacrificado porque el trabajo era muy manual», recuerda.

«Hemos tratado muy bien a los clientes y el género es bueno, que eso es lo principal porque ahora helados hay por todas partes», considera la esposa de José, María Antonia Teixedor.

Testigos del cambio

Testigos directos del cambio turístico de la isla, Galiana asegura que a él le gustaba más la Ibiza de los años 70 u 80. «Yo disfrutaba. Había una cantidad de gente enorme. Trabajaba como un burro hasta las 5 de la mañana, pero era otra cosa. Había vida en el puerto. Ahora no la hay después de quitar los barcos de pasaje», insiste.

María Antonia señala que son muchos los personajes famosos que han disfrutado de un buen helado en Los Valencianos, aunque nunca han querido pedirles fotos o autógrafos para no molestarlos durante sus vacaciones. Desde Sara Montiel a la duquesa de Alba, e incluso el actor Errol Flynn, muchos disfrutaron de una tarde de verano en esta mítica heladería.

«A Errol Flynn le gustaba lo que eran los helados y lo que no», explican divertidos, recordando las leyendas que se cuentan del actor en relación a sus estancias en Ibiza.

Con los primeros hippies llegados a la isla entablaron buenas relaciones porque eran «una gente maravillosa», según afirman. El matrimonio reitera que «todo ha cambiado tanto» que en 1969, en una noche de verano y debido a un despiste, dejaron abierto el local, con todas las luces encendidas y la caja con todo el dinero, «y nadie tocó nada», algo impensable hoy en día.

María Antonia destaca también la «clientela bárbara» que suponían para ellos los jeques árabes y sus grandes séquitos que durante varios veranos visitaron Ibiza. En una ocasión, a punto de cerrar después de la temporada, les pidieron grandes cantidades de sorbete de limón. Un avión fletado expresamente por uno de esos jeques viajó hasta Ibiza para recoger el producto. «El helado de limón viajó a Arabia», recuerda María Antonia, asegurando que «fue una odisea».

En 1987 se abrió la heladería de la avenida de Santa Eulària dirigida desde 2012 por la familia de José y María Antonia. Desde entonces, según aclaran, cada empresa es autónoma la una de la otra.

El hecho de que degustar un helado en su terraza sea un tópico más del verano ibicenco es algo que alegra y llena de orgullo a la familia de José, que quiere agradecer la fidelidad de los residentes y turistas. El matrimonio también destaca la contribución de sus hijos a mantener el negocio familiar.