El barrio de ses Figueretes acoge a gran parte de los marroquíes que residen en Vila. Tras la tragedia del terremoto del pasado viernes 8 de septiembre, comerciantes y vecinos continúan con sus labores diarias. Las peluquerías siguen abiertas y fruterías y carnicerías continúan vendiendo. Por suerte, según han explicado, la mayoría de los marroquíes de Ibiza provienen de la zona norte del país y sus familiares y amigos han podido esquivar la catástrofe humanitaria que acumula cifras de más de 2.900 muertos y 5.500 heridos. Ahora, su labor se centra en organizarse como comunidad para ofrecer ayuda a sus compatriotas que han perdido todo.

«He hablado con mi familia. Están ahí ayudando a los pobres afectados», explica Mohamed en la Peluquería Jazeera, donde trabajan su hermano y un amigo suyo. Con el ruido de la maquinilla trabajando degradados de fondo, el marroquí comenta que las mezquitas marroquíes de la isla también se han puesto en marcha: «Van a mandar ayuda y dinero para todas las personas que sufren». «Toda la gente habla del terremoto. Es una situación difícil y no dejamos de comentarla», añade Mohamed.
Su amigo continúa con el peinado de un cliente mientras él reitera el esfuerzo que hace la población de Marruecos por ayudar a los «pobres afectados». Asimismo, Mohamed, que trabaja en un hotel de la zona, agradece la ayuda de las autoridades y de los ciudadanos españoles: «Muchísimas gracias a todas estas personas que están mandando dinero y suministros». «Viva España y viva todo el mundo», se despide.

Punto de reunión

Girando la esquina y llegando a la avenida de España, la Carnicería La Paz tiene un flujo constante de clientes. En su entrada hay un joven marroquí barriendo algunas pieles de cebollas y ajos del suelo. Su familia también ha salido airosa del terremoto al vivir en Tánger y no conoce a nadie que se haya visto afectado por la tragedia. «Sé por mi jefe que en la mezquita de Santa Eulària se hacen recogidas de dinero y cualquier cosa», comenta Ayoub, escoba en mano.

Mohamed (derecha) al lado de su amigo Ayoub, peluquero, en la peluquería Jazeera.

Un señor mayor que se marcha de la tienda se detiene a recriminarle, bromeando, que los pimientos que le vendió picaban un poco. «Los pimientos de Ibiza pican», responde Ayoub. «¡No todos!», exclama el simpático señor, a lo que el joven asiente: «Estos sí». De vuelta a asunto, Ayoub explica que «los marroquíes dan todo lo que pueden por intentar ayudar», y que las mezquitas se están organizando para reunir grandes cantidades de dinero y suministros.

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Una familia marroquí pasea por la avenida tras recoger a su pequeña hija de la escuela. «Es algo que ha afectado mucho a la comunidad», indica el padre, con la niña en brazos. «No hablo mucho español», comenta, esforzándose, «pero quiero dar las gracias a España, a la Policía, a los bomberos…». Su mujer, unos pasos más adelante, llevaba en el cochito a su otro hijo. Mirándose, y visiblemente afectado, el hombre añade: «Son muchos muertos. Solo queda Dios».

Frente a la peluquería del principio se encuentra la Carnicería Marrakech, que debe su nombre a la población más grande afectada por el terremoto. Tras el mostrador se encuentra Kamal cortando una pata de cordero en tiras para una clienta habitual que prefirió no comprar pavo. «En Ibiza, la mayoría de nosotros somos del norte de Marruecos, por eso no nos ha afectado tanto», comienza exponiendo el carnicero. «Si ya hay tantísimos muertos», comenta, «imagínate si en vez de pasar en una zona montañosa ocurre en una gran ciudad como Casablanca. Estaríamos hablando de algo como lo que ocurrió en Turquía».

El lado positivo

Kamal explica que este miércoles se llevará a cabo una reunión de las mezquitas para organizar los envíos de ayuda. «Creo que alimentos allí no faltan. Viendo las redes o las noticias, la colaboración ciudadana marroquí ha sido impresionante. Lo más necesario parece que son los medios económicos para la reconstrucción de esas zonas afectadas», indica. Kamal resalta la labor de la población en Marruecos, así como los trabajos de los militares y equipos de emergencia de su país: «En mi ciudad no paran de salir furgonetas de los hospitales y la gente está dando cosas de sus casas. Es increíble».

«Por sacar cosas positivas de este desastre», añade, «se puede ver que todavía hay mucha gente buena, que el ser humano es bondadoso». Kamal aprecia, al igual Mohamed y el padre de familia, la ayuda que brinda España a Marruecos en estos momentos complicados. «Hay otra cosa muy buena, y es que parece que la tensión entre Argelia y Marruecos ha bajado mucho», confiesa, alegre dentro de lo que cabe. Respecto a la actuación del rey marroquí, Mohamed VI, frente a la tragedia, Kamal puntualiza: «Para la gente de aquí puede que parezca que está ausente, pero nosotros sabemos que está ahí detrás. No hace falta que esté en primera fila, está moviendo a militares y policías».

Por último, Kamal quiere animar a los lectores y a todo el que pueda a que vayan a visitar su país. «Vayan de vacaciones este marzo o abril a visitar las zonas montañosas del Atlas, que se empapen de nuestra generosidad y que descubran otro Marruecos». «La bondad de este pueblo» con el terremoto «ha sido una cosa excepcional que ni yo me la esperaba», confiesa. En el centro de su tienda, Kamal se despide abogando por su pensamiento positivo: «Todos somos personas. Ha pasado en Marruecos como podría haber pasado en Ibiza o Málaga. Tenemos que seguir ayudándonos».