La paciente Mayte Martínez y la enfermera Marga Joaniquet.

Hay reencuentros que dan un sentido definitivo a la vida. Son aquellos en los que miras al pasado y una avalancha de emociones recorren todo tu cuerpo y suben por la garganta hasta que se convierten en lágrimas. Este mágico reencuentro fue el que vivieron Mayte y Marga. Ambas se conocieron hace seis años en un entorno taciturno, pero lleno de ángeles azules que humanizaban y daban luz a la sala de quimioterapia en el Hospital de Día de Oncología.

Se miraron, pero no se hablaron. Sólo ellas sabían lo que pensaban en ese preciso instante. «La quiero, es mi familia», señaló Mayte con un hilo de voz mientras recordaba su primer día en la sala de quimioterapia. «Marga fue la primera enfermera que conocí cuando empecé el tratamiento. Enseguida me dijo que ellas se convertirían en mi familia y así ha sido», explicó Mayte Martínez haciendo hincapié en que nunca se olvidará de esa frase. También relató que al principio tuvo problemas a la hora de someterse a la quimioterapia debido a la velocidad de administración.

Diagnóstico en 2018

«Ellas fueron probando diferentes relaciones hasta que yo me sintiera perfecta», subrayó esta paciente, a la cual le diagnosticaron cáncer de mama en 2018. Es por eso que, con motivo este jueves del Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Mama, quiso destacar la labor de estos ángeles sanadores y poco silenciosos que, sin magia, logran crear milagros cada día. «El amor que se siente en esa sala nunca lo había sentido en el hospital. Dentro de lo mal que puedes estar por la situación, yo estaba encantada de poder verlas cada semana durante seis meses», relató Mayte haciendo referencia al resto de enfermeras que estuvieron con ella durante las sesiones de quimioterapia como fueron Laura, Fio, Ángela y Núria.

Marga seguía emocionada, lo cual impactaba porque sus grandes ojos azules parecían traspasar el tiempo. «Este Hospital de Día es especial. Estoy aquí desde 2016 y te puedo decir que son los pacientes los que consiguen que este lugar sea mágico», explicó Marga Joaniquet, quien llegó a la isla en 2003 tras estar varios años trabajando en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. En este sentido, manifestó que cuando le transmitieron desde la Gerencia que tenía que cambiar de área - en aquel momento estaba en la unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil- y trabajar en Oncología, sintió que el cambio sería «duro» porque pensaba que iba a «sufrir» viendo la lucha diaria de los pacientes.

«Sentía que iba a vivir el sufrimiento de cerca, pero no es así, no lo vives en ningún momento porque todos ellos son unos supervivientes. Ellos son realmente los que te dan fuerza dentro de esas cuatro paredes», relató la enfermera Marga resaltando que este espacio en el Hospital de Día dispone de una sala amplia con mucha luz y mucha energía que cuenta con más de 20 sillones y cuatro camas para Urgencias. «Todos los pacientes nos preguntan si tenemos una formación especial en el ámbito de la psicología y siempre les decimos que no. Les explicamos que llegamos antipáticas, pero ellos nos transforman», señala Marga entre risas destacando que lo único que quieren es que los pacientes se rían mientras se someten al tratamiento de quimioterapia.

Empatía

Noticias relacionadas

Asimismo, destacó que la profesión de enfermera trae consigo el uso de la empatía. «Es como el valor que tienen los soldados. Si yo hubiera nacido en otra época hubiese sido enfermera humanitaria en un contexto de conflicto, pero antes tenían que colaborar como misioneras sanitarias y esta circunstancia me echó para atrás», apuntó esta risueña enfermera, quien adelantó que están luchando para poner en marcha la figura de la enfermera de práctica avanzada en procesos oncológicos porque, indicó, la enfermería oncológica no es una especialidad oficial como tal.

Explicó que esta figura es la encargada de abordar las distintas fases de los procesos asistenciales: desde la etapa de la prevención hasta el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación. «Nosotras nos encargamos de aplicar los tratamientos, de valorar los efectos secundarios como las toxicidades derivadas del procedimiento, controlamos las pérdidas de peso, intentamos que mantengan hábitos de vida saludable y, especialmente, hablamos mucho con nuestros pacientes», apuntó Marga Joaniquet.

«Realmente no son conscientes del papel tan importante que tienen. Ellas te abrazan en los momentos más duros de la enfermedad cuando todo se tambalea», explicó Mayte con entereza y positividad, la misma que ha mostrado durante todo el proceso diagnóstico y terapéutico. «Ella se come la vida a bocados», puntualizó la enfermera mientras Mayte relataba cómo la enfermedad le ha hecho «crecer personalmente»: desde que se desmoronó frente a la incertidumbre de saber qué era el bulto palpado en la mama hasta las actuales revisiones médicas después del cáncer.

«Me quedan cuatro años con este tratamiento que consiste en un procedimiento preventivo. Se trata de una pastilla diaria y una terapia hormonal con un pinchazo en la barriga cada 28 días. Todo esto, más la gimnasia oncológica que hago gracias a las asociaciones oncológicas, me permite sentirme muy bien», destacó Mayte minutos antes de incorporase a su trabajo como chef del hotel Royal Plaza, que es donde tiene ubicada la sede la asociación Ibiza y Formentera Contra el Cáncer (IFCC).

La importancia de la actitud

En este sentido, esta paciente resaltó que durante su proceso sólo ha llorado tres veces: la primera cuando se lo diagnosticaron, la segunda fue cuando sintió el apoyo de todos sus familiares, compañeros de trabajo y amigos y la tercera cuando observó, a través de una foto, cómo la enfermedad había hecho mella en su aspecto. Recordó cómo se desahogó junto a una amiga y no volvió a derramar una sola lágrima por este motivo. «Un psicooncólogo me dijo que yo he pasado de puntilllas por el cáncer», resaltó junto a su enfermera. En esta misma línea, Marga explicó que la positividad del paciente influye mucho en la propia recuperación e indicó que, actualmente, el porcentaje de supervivencia es elevado.

«Es cierto que depende del estadio del cáncer, pero también de la fuerza y la actitud que tenga el usuario. Si yo pudiera desarrollaría un estudio de investigación recopilando datos para conocer has qué punto interviene la actitud en el proceso de recuperación», manifestó haciendo hincapié en que la quimio con risas entra mil veces mejor y es mil veces más terapéutica. Sin duda, para esta profesional, la música, la risa y las palabras habladas tienen el poder de la vida y los que quieren vivirla con fuerza, como Mayte, son conscientes de que los ángeles no sólo son blancos sino también azules y verdes.

El apunte
Vanessa Hernández

La quimioterapia en Ibiza dejará de administrarse en una vena

Vanessa Hernández

En el largo contexto de falta de médicos en el Servicio de Oncología, el papel de las enfermeras oncológicas se ha intensificado exponencialmente en la atención de personas con cáncer, siendo también una plantilla reducida con cuatro enfermeras, aunque actualmente son siete profesionales en Oncología, según la profesional Marga. Incluso destacó que en ocasiones tuvieron que asumir las Urgencias para aliviar y agilizar dicha atención. Además, explicó que en el Hospital de Día cubren todas las especialidades a la hora de suministrar tratamiento, no sólo Oncología. Al preguntarle por la relación dentro del área entre el equipo médico y el equipo de enfermería, esta profesional destacó que los facultativos son muy “buenos compañeros”.

“Varios médicos han estado desplazándose con frecuencia desde Palma y han trabajado de forma muy profesional. En el Hospital de Día nos han ayudado a organizarlo todo. Aunque nos complementemos, ellos son conscientes de que los pacientes tienen una relación mucho más estrecha con nosotros. Si han venido a Urgencias, a los dos días los llamamos para saber cómo están”, apuntó Marga, quien se mostró satisfecha al adelantar que, en un futuro próximo, los pacientes tratados con quimioterapia podrán colocarse un dispositivo en su cuerpo sin necesidad de pincharse la vena.

“Este dispositivo picc-port se lo pondremos nosotras al usuario. Esto conlleva que una enfermera tenga que estar dedicada exclusivamente al paciente”, manifestó e indicó que este dispositivo es parecido al Port-a-cath, pero de inserción periférica. En este sentido, la enfermera insistió en que este procedimiento obliga a que una enfermera esté pendiente totalmente del proceso y adelantó a Periódico de Ibiza y Formentera que la diferencia entre ambos dispositivos es que el Port-a-cath te lo coloca un cirujano en quirófano mientras que el picc-port lo establecerán las propias enfermeras. “Todavía nos tienen que formar”, puntualizó.