Reflexión sobre vivir en una caravana. | La Sexta

El problema de la vivienda en Ibiza no es nada nuevo. Alquileres por las nubes y personas viviendo en condiciones nefastas. En la noche del domingo el programa de La Sexta ‘Salvados’ mostró la cara B de la isla, aquella que muchos no ven, pues solo piensan en que todo es fiesta y lujo, mientras los trabajadores no pueden permitirse un techo digno, tanto no residentes, como los residentes.

‘Ibiza, sin techo no hay paraíso’, es el título del popular programa en el que trabajadores de diferentes profesiones se han visto obligados a vivir, según Gonzo, presentador del programa, en «caravanas, tiendas de campaña o en pisos patera». Uno de los principales puestos de trabajo en el que escasean los profesionales es la sanidad. Un enfermero que vino a trabajar a la isla se vio obligado a vivir en una caravana para poder desarrollar su vida aquí, pero no es el único, ya que uno de sus compañeros está en una tienda de campaña viviendo. «En una época faltaron médicos por tema de vivienda. Faltaba mucha gente, no solo en el hospital, en un montón de servicios», afirma este profesional sanitario después de que Gonzo le preguntase sobre si hay consecuencias en el hospital por esta falta de vivienda. El enfermero añade que no se ve en la isla en un futuro porque con 80 no se ve viviendo en estas condiciones.

Gonzo para el programa contó con Carlos Martorell, conocido como el ‘relaciones públicas de Ibiza’ por su estrecho contacto con varios famosos durante la época ‘hippy’ en la isla. Para Martorell, Ibiza se ha convertido actualmente en «una macrodiscoteca», pero la principal época dorada fue en los 70: «El turista medio venía un mes, cada noche iba a un restaurante, pasaban la noche en discotecas... Si quieres dinero y tienes turismo de masas, eso tiene un precio", admite Martorell y añade que las viviendas se piensan para el turismo rico, ya que muchas personas este estilo de vida no se lo pueden permitir por los elevados precios. «Hoy en día es un problema y me da mucha rabia que se alquilen bañeras con una almohada o un balcón porque el que quiere venir de camarero, policía o médico no se puede permitir estos precios. Se puede permitir tres días, pero no trabajar todo el año», lamenta Martorell.

Otra de las profesiones que se ve afectada en la isla es la de profesor, donde cada vez es más complicado que quieran venir por el mismo tema del alojamiento. Gonzo en el programa se reúne con un profesor mallorquín que trabaja en el Conservatorio de Música para mostrarle los gastos que tiene y cómo es tener que vivir así. El hombre vive en un hostal por 45 euros la noche sin baño propio. «Tengo mucha suerte, creo, porque los precios estaban mucho más altos», asegura el profesional, quien deja sorprendido a Gonzo por considerar que tiene suerte. No vio otra opción factible, pues la primera semana intentó ir y venir de Mallorca, pero le consumía por «el nerviosismo» de no saber si llegaría a tiempo.

Cobra 2.100 euros, pero no puede solventar el problema de la vivienda y come por 5 euros al día en un bar de Vila. En muchos casos se guarda algo que le ha sobrado para comer al día siguiente y su capricho «algún día» es tomarse una cerveza, que es un «lujo» para él. Tras Gonzo preguntar si le está saliendo bien económicamente al ver sus gastos mensuales, la respuesta es negativa y no sabe si a largo plazo es lo que quiere para él.

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«No sé si es paranoia, pero me siento marginado", admite uno de los tantos trabajadores que se ve obligado a vivir en una de las zonas de caravana disponible en la isla. Reflexiona sobre que a las personas que viven en las autocaravanas las «meten todas en el mismo saco» por la fama de algunas personas que viven en ellas. «Aquí no se puede vivir, esto es una locura», añade.

Aunque muchos consideren que la falta de vivienda es solo en personas que vienen fuera a trabajar, no es así. Una de las entrevistadas es ibicenca y por los altos precios se ha visto obligada a vivir en una caravana, puesto que su sueldo como limpiadora en una escuela de la isla es lo que le permite. Aun así, a ella le «encanta» vivir en la caravana. Cambiaría la ubicación para que sea más tranquilo, pero se lleva bien con sus vecinos. «Una vez a la semana, como no tenemos donde tirar el depósito, una amiga mía tiene un terreno en Sant Antoni y lo vacío en su fosa séptica», explica. Su preocupación al vivir en una caravana: «La preocupación más grande es que venga un desalmado y me la vacíe".

Uno de los entrevistados lleva 25 años en la isla y quiere seguir quedándose, pero se topa con el problema de que en abril, muchos propietarios, quieren alquilar a otras personas y muchos se ven sin casa. Ahora mismo lleva cuatro años en el mismo piso, pero se tiene que ir en verano y no se ve capaz de explicar a su hija de 13 años la situación.

«Un año tuve que vivir en Santa Eulària y esa habitación sí que me costó bastante: 700 euros por un mes y compartida con mi hermana», cuenta una ibicenca que vive en Valladolid el resto del año y viene a hacer la temporada. Comenta que ha visto diversidad de anuncios de pisos con precios abusivos, incluso terrazas. «El año pasado tuve un compañero que compartía un sofá por 550 euros», explica la joven, que con una risa nerviosa admite que aceptó hace tiempo que es la realidad que le ha tocado vivir siendo residente. Lamenta tener que sentir que es «prácticamente nula» la posibilidad de estar en la isla a futuro, al igual que muchos residentes jóvenes que tienen que coger la maleta y marcharse para poder labrarse un futuro.

En cuanto a los dirigente de establecimientos, un hotel de la isla ha llegado a habilitar habitaciones para poder tener trabajadores, sino no encontraban. Incluso, el espacio habilitado ha sido preparado para vivir de la mejor manera posible. El total de habitaciones: 16 para 38 personas.

El programa, en general, muestra una realidad que, desafortunadamente, cientos de personas viven cada año y a la que no se da solución alguna.