Jaume Bonet, junto a una empleada, posa en el comercio situado en la calle Pere Francés de Vila. | Arguiñe Escandón

Tal vez por Jaume Bonet hay gente que no lo conozca, pero si hablamos del dueño de Deportes Bonet cualquiera que se haya criado en Ibiza va a saber de quién se trata. Es quien ha regentado durante 40 años esta tienda, que cerrará sus puertas a finales de este mes de diciembre.

Jaume inició el negocio por vocación, siendo un aficionado de la caza y la pesca.
Fotos: Arguiñe Escandón.

Dos grandes escaparates dominan la fachada, y en su vidriera un cartel que advierte que hay liquidación pone en aviso a los viandantes. Al traspasar la puerta un ambiente hogareño inunda todo el bazar, las separaciones son estanterías o percheros, de estos muebles cuelgan aletas, muchas cañas de pescar, arpones, anzuelos, ropa deportiva y todo lo propio de una tienda de deportes, armería y pesca. Los clientes también parecen ser parte de la familia, pues como ha comentado Jaume «a muchos los he visto crecer y hay clientes con los que ya tenemos amistad».

Jaume, oriundo de Jesús, se dedicaba a la hostelería en Can Negre, pero ya cansado de trabajar para otras personas con horarios tan sacrificados decidió emprender y abrir su propio negocio en la ciudad de Ibiza. «Entonces había más tiendas como por ejemplo Armería Sánchez o Casa Prieto, otra armería que había en Vara de Rey, etc. Y yo decidí emprender, un payés que bajó a la ciudad a hacer competencia a los vileros», explicó entre risas.

Dejamos de fiar

La tienda está llena de recuerdos para Jaume, pero muchas cosas también han cambiado. Entre ellas los hurtos, ahora asegura que «tiene que haber uno atendiendo y uno vigilando, es que cualquier cosita pequeña te vale 20 euros»; también las cuentas «ya no recuerdo cuando dejamos de fiar, pero antes trabajábamos de otra manera, y todavía tengo la libreta de fiados con cuentas pendientes», asegura la dependienta. El catálogo, también ha dado un giro: «nosotros somos los únicos de ibiza que tenían un vivero para gamba pequeñita viva y se vendían muchas cantidades, cuando era el primer día del raor se llevaban hasta 20 kg, pero todo ha cambiado…»

También ha cambiado mucho el conocimiento de Jaume, quien inició un negocio por vocación, siendo un aficionado de la caza y la pesca: «Yo empecé sabiendo lo que sabe un pescador corriente, pero te pedían algo, y le decía mire no lo tengo pero la semana que viene lo voy a pedir y lo tendré. Así poquito a poco he ido levantando el negocio. Al principio me faltaban proveedores, ahora me sobran porque hay tantas casas que no puede uno comprar a todas.

Tras cuatro décadas de puro trabajo, los tres hijos de Jaume ya tienen sus profesiones, entre los negocios, la medicina y la enfermería, y al regente le toca descansar. Aunque asegura que le da nostalgia bajar las persianas, ahora tiene muy claro como va a continuar su futuro: «Todavía me queda como un año para dejar todo hecho aquí, pero lo que haré será ir a cazar, a pescar y un poco hacer de payés, que la mujer heredó un trozo de terreno y hay que cuidar las parras, sembrar higueras. Y a dormir debajo de la higuera a la sombra en verano».